Los cuatro acuerdos: Cuarto Acuerdo


Cuarto Acuerdo: haz siempre lo máximo que puedas

Empieza julio y me propongo otro reto: Hacer siempre lo máximo que pueda, que es el cuarto acuerdo del libro Los Cuatro Acuerdos, de Miguel Ruiz. Un libro sobre la sabiduría Tolteca.

Así dicho, parece que hacer lo máximo significa estar agobiado todo el día ¿no? Nooooo. No lo entendáis así. Os aseguro que si este reto hablara de hacer más cosas, más esfuerzo en el mismo número de horas, ni me lo plantearía. Pero no: se trata de hacer lo máximo que uno puede, manteniendo la felicidad, es decir, manteniendo el equilibrio entre responsabilidad y alegría, entre:

Mi personaje Juez, ese que me dice "tienes que...", "desde luego, qué vaga eres", "debes esforzarte más", "no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy", "primero la obligación y luego la devoción"...


 Y mi personaje Vive la vida, ese que me dice "¡¡no pasa nada!!" 



Cumplir el cuarto acuerdo, es hacer las cosas que uno debe hacer pero sin agobio, disfrutando del camino. Si me agobio, estoy haciendo más de lo que puedo, estoy poniéndome al límite. Si hago menos de lo que puedo, daré voz a mi juez para que me haga reproches.

¿Qué personaje predomina en tu vida? ¿El juez o el vive la vida? En mi vida ha predominado el primero, sin duda. Ha sido el juez el que dictaba mis pasos y, si no hacía lo que él mandaba, me inundaba la culpa. Porque el personaje juez, lleva de la mano a su amiga la culpa y te la suelta en cuanto te descuidas "Hala! ahí te quedas con la culpa" Dice el juez mirándome con sus pequeños ojos. Los mayores dirán "Mejor que predomine el juez, la parte responsable". Sí, mejor, pero si nos pasamos puede ser que tanta responsabilidad haga que mi olla a presión explote y me pase al extremo opuesto, o puede ser que nunca explote pero que mi vida transcurra apagada, con pesos cada vez más gordos.

Puede ser que en tu vida predomine el otro personaje, el de "no paaasa nada", seguido de una gran carcajada. "Pa cuatro días que vamos a vivir". Sí, es comprensible, pero si nos invade ese personaje, seremos volátiles, sin compromiso ninguno, seremos como niños grandes, como castillos de arena que cualquier ola traga. No, ese extremo tampoco es ideal.

Hacer lo máximo que pueda significa vivir con plenitud cada momento: si estoy trabajando, estoy trabajando con plenitud; si estoy bañándome en el mar, estoy bañándome en el mar con plenitud. Se trata de estar presente en cuerpo y alma en todo lo que haga.

Yo con este reto, pretendo dar voz a mi parte Vive la vida, pero no para trasladarme al otro extremo, sino para acercarme a la sabiduría del término medio.

Este acuerdo se ilustra con el siguiente texto:

Había una vez un hombre que quería trascender su sufrimiento, de modo que

se fue a un templo budista para encontrar a un maestro que le ayudase. Se acercó a él y le dijo:

«Maestro, si medito cuatro horas al día, ¿cuánto tiempo tardaré en alcanzar la iluminación?».

El maestro le miró y le respondió: «Sí meditas cuatro horas al día, tal vez lo consigas dentro de diez años».
 
El hombre, pensando que podía hacer más, le dijo: «Maestro, y si medito ocho

horas al día, ¿cuánto tiempo tardaré en alcanzar la iluminación?».

 
El maestro le miró y le respondió: «Si meditas ocho horas al día, tal vez lo

lograrás dentro de veinte años».

 
«Pero ¿por qué tardaré más tiempo si medito más?», preguntó el hombre.

El maestro contestó: «No estás aquí para sacrificar tu alegría ni tu vida. Estás

aquí para vivir, para ser feliz y para amar. Si puedes alcanzar tu máximo nivel en

dos horas de meditación, pero utilizas ocho, sólo conseguirás agotarte, apartarte

del verdadero sentido de la meditación y no disfrutar de tu vida. Haz lo máximo

que puedas, y tal vez aprenderás que independientemente del tiempo que

medites, puedes vivir, amar y ser feliz».

 

Comentarios

  1. Qué difícil es encontrar a veces un juez equilibrado y sabio que te haga ver cuando te estás saliendo de la senda de TU felicidad.
    Hay ocasiones que decidimos por el juez de nuestros padres o amigos y puede ser peligroso. Otras veces la envidia y la comparación con la vida que llevan otras personas nos pueden llevar a no escuchar a nuestro juez y generarnos momentos de infelicidad.
    Buen post para que lo reflexionemos en más profundidad Clementina

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nuestro juez sabio es el tesoro que llevamos dentro y que mantenemos tapado con mantas y mantas de creencias que nos han impuesto otros, de prejucios, de cuentos. Tapado así, no escuchamos su voz. Tan solo oímos otras voces, las del ego, que nos hacen compararnos con otros constantemente, haciéndonos sufrir porque nunca somos suficiente. Nuestro juez sabio habita en el silencio que nos da tanto miedo.

      Eliminar

Publicar un comentario