Un antropólogo propuso un juego a los niños de una tribu africana. Puso una canasta llena de frutas cerca de un árbol y le dijo a los niños que aquel que llegara primero ganaría todas las frutas. Cuando dio la señal para que corrieran, todos los niños se tomaron de las manos y corrieron juntos; después se sentaron juntos a disfrutar del premio. Un valor perdido en la sociedad competitiva. Cuando él les preguntó por qué habían corrido así, si uno solo podía ganar todas las frutas, le respondieron: "Ubuntu, ¿cómo uno de nosotros podría estar feliz si todos los demás están tristes?" Ubuntu, en la cultura Xhosa significa: Yo soy porque nosotros somos.
Yo viví Ubuntu el domingo pasado en una calle de Madrid. El día anterior la ciudad había amanecido bajo una enorme capa de nieve y se anunciaban fríos tremendos para los siguientes días, con indudable riesgo de helada. Por ello, el 10 de enero de 2021, olvidamos nuestras diferencias y juicios, cogimos palas, rastrillos, sonrisas, escobas, agujetas, palanganas y bandejas de horno y unimos nuestros esfuerzos y corazones con el fin compartido de despejar de nieve la carretera, una carretera que se nos antojaba demasiado larga al principio y que, sin darnos casi cuenta, se encogió milagrosamente gracias a docenas de manos.
Palada a palada conversamos, bromeamos y nos dimos ánimos. Palada a palada nos conocimos un poco más y nos dimos cuenta de que el vecino de arriba era un ser humano como nosotros y que en su pecho latía un corazón tan bondadoso como el nuestro. Unimos edades y profesiones. Niños, monjas, jubilados, madres primerizas, abogados, profesoras, economistas y arquitectos. También estaban el vecino del perro, la divertidísima pediatra del 15 y el señor de barba del 13. Y yo misma. Unidos. Felices. Y la obligación se convirtió en juego. Aplauso final.
Esta maravillosa unión entre extraños ante una situación extrema, da que pensar. Yo me pregunto ¿es necesario que caiga del cielo tanta nieve para que se desdibujen nuestras hostilidades? ¿Por qué no intentar llevar esta misma cordialidad y sentimiento de unión a nuestro día día, a nuestra empresa, a todo nuestro mundo? Llevar Ubuntu puesto un lunes cualquiera en el ascensor del trabajo. Llevarlo por la calle y en el supermercado. Incluso dentro del coche en un atasco. Meterte a fuego en el pecho que si todos ganan, tú ganas. ¿Te imaginas qué diferente sería todo si esta magia se extendiera por nuestras calles todos los días del año?
El 10 de enero de 2021 Madrid no solo se puso su traje de nieve. También se vistió de Ubuntu. Y muchos de nosotros aprendimos una bonita lección sobre la verdadera naturaleza del ser humano.
Os dejo una Ted Talk que habla de esto. Está en inglés pero se pueden poner los subtítulos en español.
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