Un juego de malabares

 

Imagina la vida como un juego en el que estás malabareando cinco pelotas en el aire. Estas son: tu trabajo, tu familia, tu salud,  tus amigos, y tu vida espiritual, y tú las mantienes todas éstas en aire.

Pronto te darás cuenta que el Trabajo es como una pelota de goma. Si la dejas caer, rebotará y regresará. Pero las otras cuatro pelotas: Familia, Salud, Amigos y Espíritu son frágiles, como de cristal. Si dejas caer una de estas, irrevocablemente saldrá astillada, marcada, mellada, dañada e incluso rota. Nunca volverá a ser lo mismo.

Debes entender esto: apreciar y esforzarte por conseguir y cuidar lo más valioso. Trabaja eficientemente en el horario regular de oficina y deja el trabajo a tiempo. Dale el tiempo requerido a tu familia y a tus amigos. Haz ejercicio, come y descansa adecuadamente. Y sobre todo…crece en vida interior, en lo espiritual, que es lo más trascendental, porque es eterno. 

Shakespeare decía: Siempre me siento feliz, ¿sabes por qué?. Porque no espero nada de nadie, esperar siempre duele. Los problemas no son eternos, siempre tienen solución. Lo único que no se resuelve es la muerte. La vida es corta, ¡por eso ámala !

Vive intensamente y recuerda: Antes de hablar…¡Escucha ! Antes de escribir… ¡Piensa ! Antes de criticar…¡Examina ! Antes de herir…¡Siente ! Antes de orar ¡Perdona ! Antes de gastar… ¡Gana ! Antes de rendirte ¡Intenta !

ANTES DE MORIR…¡¡ VIVE !!

Discurso de despedida de Bryan Dyson Presidente de Coca Cola

Foto de SharkBite en Pexels

Palabras sencillas pero eternas. Tan sencillas que muchos las dejamos de lado. La vida como un juego de malabares en el que tenemos que mantener varias pelotas en el aire... y que no caigan. Si alguna tiene que caer, que no sea la más importante, pues a veces, al caer, se destroza. Es cierto que puedes llevarla a la tienda para que la reparen, pero ya no será lo mismo. Esa pelota tendrá la herida latiendo bajo su superficie. Y a veces, no te engañes, muere. Por eso, amigo, hay pelotas que no debes dejar caer. Tú eliges cuáles. Pero elígelas con conciencia, pues la vida te arrastra y muchas veces no te paras a pensar en que quizás ese río no es el que más te ilumina. Y avanzas por tus días a trompicones, dejando que todo se desvanezca, como las hojas en otoño, y así te quedas, vacío, oscuro, porque no diste importancia a aquella sonrisa que reclamaba tu tiempo o a esa voz que te llamaba al final de la calle. Eso sí, como dice el señor Dyson, ningún problema dura eternamente, y si algún día te equivocaste y dejaste marchitar una azalea, siempre puedes volver a pisar la arena suave de la playa y disfrutar de una nueva puesta de sol, pues sigues vivo. 

La vida como un juego de equilibrio, en el que tu vida interior es una de las parcelas que no debes dejar que se llene de malas hierbas. Es esa y no otra la parcela que sustenta las demás, pues en su frondosidad nace el entusiasmo que te lleva a sostener lo importante de tu vida. Esa es la parcela del silencio, de la escucha, la parcela en la que la radio se oye de lejos, como un leve murmullo.

Así que, antes de hablar, escucha. Sobre todo escucha cada día a la persona que comparte contigo las tostadas y el café. Escucha, siempre escucha mirando a los ojos. Creo que todos los conflictos desaparecerían de este mundo si de verdad escucháramos a los demás con la mirada y el corazón, como queriendo llegar hasta su alma. Y también escúchate, escúchate a ti mismo, para descubrir cual es la pelota que siempre, pase lo que pase, deseas que se mantenga en el aire.