Mi cantidad de vida

El coste de una cosa es la cantidad de lo que llamo vida que se necesita como intercambio por ella, ya sea inmediatamente o a largo plazo.

Henry David Thoreau.

Esta semana he estado en lucha. El enemigo no era nadie de fuera sino yo misma. Y es que, como consecuencia de un correo electrónico que me ponía frente a una bifurcación, todos los personajes que me habitan se revolucionaron y empezaron a hablar al mismo tiempo, a gritos, alguno hasta con insultos. Cada uno con su opinión, distinta de la de los demás personajes. Sí, como las reuniones de vecinos en las que todo el mundo habla y pocos escuchan. Así que mi trabajo ha sido que todos ellos llegaran a un acuerdo, tarea esencial que, de no conseguirla, me iba a lanzar al barranco del desasosiego, la obsesión y la amargura. Como me dijo ayer una persona a la que admiro tremendamente: "El mayor acto heroico en estos tiempos es lidiar con nuestros personajes internos". Lo creo firmemente.

En plena lucha estaba cuando me llegó, de una buena amiga, la frase de Thoreau. Al acabar de leerla, todos mis vecinos internos abrieron mucho los ojos, callaron por fin y no se atrevieron a abrir la boca en un rato. Qué paz. Y ahí quedó la frase, retumbando en mi alma, convertida en pregunta: ¿Qué cantidad de vida ofrezco si tomo el camino de la derecha? ¿Qué cantidad de vida ofrezco si tomo el de la izquierda? ¿Qué quiero obtener a cambio de esa cantidad de vida? Y entonces me vino la imagen de una balanza. En uno de los platillos de la balanza estaba mi "cantidad de vida" metida en una bolsita y en la otra, lo que obtenía a cambio. ¿Qué obtengo a cambio en el camino de la derecha? Me pregunté. ¿Y en el de la izquierda? 




Foto de Sora Shimazaki: https://www.pexels.com/es-es/foto/escala-de-juicio-y-mazo-en-la-oficina-del-juez-5669602/

He de decir que en estos momentos de lucha y para no escucharme a mí misma, no me pude resistir y pregunté a varias de mis personas de referencia. Toda la semana preguntando aquí y allá. ¿Qué pasó? Que cada una de ellas me dio su opinión, que por supuesto, era contraria a la opinión de las demás. Vamos, igual que mis voces internas, aunque un poquito más amables y calmadas. La ventaja es que a estas voces externas no tengo que ponerlas de acuerdo, pues el no hacerlo no implica resbalar por el oscuro barranco. 

Finalmente tomé la decisión (suspiro de alivio) y, de paso, aprendí un poco más sobre mí misma, mis voces, mis neuras y todo lo que me ocurre cuando un terremoto mueve mis cimientos. 

Pero no creáis que todo ha acabado, no. Todavía sigo en lucha. Así que dedicaré el fin de semana (y toda la vida) a calmar a mis vecinos que, empeñados en su postura, siguen  lanzando sus puñales porque saben que cuando el dolor es insoportable, no hay decisión que resista. Pero resistiré, porque tengo al lado la Vida, en la que Confío (con mayúsculas).

Y como todo lo que escribo habla también de ti, te lanzo la pregunta: A cambio de tu "cantidad de vida" (que es tuya y solo tuya) ¿estás obteniendo lo que quieres? Si la respuesta es afirmativa ¡Enhorabuena! Eres un ejemplo para todos. Si la respuesta es negativa ¿Qué vas a hacer hoy para empezar a obtenerlo?

P.d- Muchas gracias, amigos y papá, por vuestra opinión y sobre todo, por vuestra escucha.



































Comentarios

  1. Ya me contarás hoy. Estoy plenamente de acuerdo, hay que ser el director de orquesta de los vecinos. Se pierde mucho tiempo en guerras internas. Abrazos.

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    1. Sí. Ya hablaremos de nuestras guerras internas, gran tema de conversación para esas cenas que compartimos de vez en cuando ¿no crees?

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  2. Complicado tema el que hoy nos expones. Porque desde niños nos han enseñado a decidir pensando. Poniendo sobre la mesa pros y contras, ventajas y desventajas....y ahí entra nuestra mente, graduada analítica, que desde que nacimos fue registrando cada dato externo para ajustar nuestro comportamiento, nuestra adaptación a ese entorno. Qué está mejor visto? Con qué gano más dinero? Dónde seré más prestigiosa? Con qué se sentirán más orgullosos? ...puedes tener millones de voces internas, pero no son más que el reflejo de las externas. Lo mismo son.
    Y si alguien te dice un dia, qué te dice tu corazón? Has escuchado a tu intuición? Por ahí está el camino.
    Puede ser que lo taches de romántico, de loco, de bohemio...
    Para, respira, desconecta tu mente, conecta contigo, con tu ser, con tu corazón y pregunta. Espera. La respuesta te llega en forma de palabra muy simple, en forma de emoción... tu ser te dará la respuesta sin explicaciones ni razones, pero a diferencia de la mente que te da mil explicaciones y al momento vuelves a tener dudas, el corazón te habla y sientes tal certeza que nada ni nadie te puede quitar esa sensación, tu decisión está tomada.
    Un abrazo Clementina, gracias por tus reflexiones tan importantes hoy.

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    1. Escuchar nuestro corazón, esa es la clave. No obstante, estamos tan perdidos en la mente y en lo de fuera, que pocas veces tenemos en cuenta que el corazón también nos habla y además, nos habla desde un lugar más sabio y amoroso. Por eso, es tan importante empezar a escuchar sus mensajes, volver a conectarnos con él. Solo así llegaremos a alcanzar la serenidad. Un abrazo, Anónimo, y gracias a ti por tus tan oportunas palabras.

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  3. Clementina, te entiendo perfectamente por lo que estás pasando. A mí me pasa que en momentos de angustia los vecinos de la cabeza me atormentan y no veo salida, pero menos mal que contamos con esas personas de referencia que nos calman, nos acompañan en la búsqueda de nuestro camino y nos transmiten su paz. Gracias por todas ellas. Un abrazo Clementina

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    1. Sí. En esos momentos de dudas, nervios, angustia, tener cerca personas estupendas, que escuchan desde el cariño, es el tesoro más grande. De esos momentos se sacan muchos aprendizajes. Uno de mis aprendizajes es éste: ¡qué suerte tengo de estar rodeada de tanto cariño! Me siento inmensamente agradecida por ello. Un abrazo, Anónimo.

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