Mis cuentos: La Mariposa Binot




Había una vez una mariposa muy bonita y muy feliz. Sus alas eran azules y brillaban como si tuvieran purpurina. Sus ojos eran negros como dos bolitas de carbón. Y su sonrisa, eso era lo mejor, su sonrisa llenaba el cielo de alegría y así, todos los que la veían volar, sonreían sin darse cuenta, sonreían y se llenaban de luz.

Era una mariposa tan alegre, que hasta el arco iris le pedía consejo sobre cómo pintar sus colores. Binot, que así se llamaba la mariposa, cambiaba de bosque en cada estación.

En primavera, vivía en el bosque VERDE…

En verano se alojaba en el bosque AZUL…

 En otoño, visitaba en bosque AMARILLO…

y en invierno descansaba en el bosque MORADO…

En cada bosque tenía amigos diferentes pero muy buenos todos.  En el Bosque Verde desayunaba con las margaritas, y reía con ellas. Luego dormía la siesta con los tulipanes. En el Bosque Azul jugaba al escondite con los gorriones. En el Bosque Amarillo subía a la copa de su amigo el roble, que le contaba historias del bosque. En el Bosque Morado bailaba al atardecer con sus amigas las mariposas y dormía en su flor preferida, la orquídea.

Todos los bosques tenían su encanto y en todos era feliz.

Había en el bosque Azul un gusano envidioso llamado Gustavo que, como no sabía ser feliz, le daba mucha rabia la felicidad de los demás.

De todo, lo que más rabia le daba era mirar al cielo cada día, y ver a Binot volar y reír y bailar. ¡No podía aguantar a esa mariposa loca y presumida! Así que, un día que Binot estaba tranquilamente tomando el sol en una rosa, se acercó a ella y le dijo:

-         Hola Binot: quería contarte la idea que he tenido. Mira, con lo feliz que eres es una pena que no guardes todos tus momentos de felicidad en algún sitio. Te he traído esta bolsa mágica para que en ella guardes cada momento de felicidad. Así, si estás en el Bosque Azul, puedes sacar de la bolsa los momentos más bonitos del Bosque Verde y si estás en el Bosque Verde, puedes sacar de la bolsa los momentos más bonitos del Bosque Morado y así con todos los buenos momentos.

 A Binot le pareció muy buena idea, así que cogió la bolsa, dio las gracias a Gustavo y, a partir de ese día, voló con su bolsa mágica a todos sitios.

Metió en la bolsa los momentos de cada bosque:

las risas con las margaritas,

los juegos con los gorriones,

las historias que le contaba el roble,

las siestas con los tulipanes,

los bailes con sus amigas las mariposas…

 

Y en cada estación, llegaba al nuevo bosque con la bolsa llena de los momentos del bosque que acababa de dejar. Sin embargo, llegaba tan cansada por el enorme peso de la bolsa que ya no le apetecía jugar con sus amigos, así que se tumbaba en una flor y se dedicaba a sacar de la bolsa los bonitos momentos del bosque anterior. Y con el paso del tiempo la bolsa le pesó taaaanto, taaanto, que ya nunca le apetecía volar ni jugar con sus amigas y amigos y, rodeada de recuerdos, se volvió cada vez más solitaria y poco a poco, la sonrisa se le fue borrando de su cara y sus alas fueron perdiendo su color y, como no volaba, también perdió su fuerza. Hasta el arco iris se olvidó de ella.

Llegó un día en que ya no se pudo sostener más en su orquídea y cayó al suelo como si fuera un gusano. Pues sí, ¡se estaba convirtiendo en gusano!

Ese mismo día, pasaba por allí una gran amiga suya, la libélula Editi, que al verla se asustó mucho y bajó hasta donde Binot se arrastraba.

-¿Qué ocurre Binot?- Le dijo. -¿Qué es esa bolsa que arrastras? Tiene pinta de ser muy pesada”.

Binot miró hacia arriba y contestó:

-Es mi bolsa de recuerdos, una bolsa mágica que contiene todos los momentos bonitos que he vivido. Viaja siempre conmigo y así puedo recordar todo. Es una gran idea.

La libélula Editi vio que la bolsa era enoooorme mucho más grande que su amiga y sintió una tremenda pena. Editi, que quería mucho a la mariposa, le dijo:

-Mira Binot, esta bolsa… esta bolsa no es mágica sino todo lo contrario. De tanto recordar, te has olvidado de vivir. La bolsa te ha convertido en un gusano. Vive cada minuto, vive cada momento, cada juego y cada risa pero no quieras agarrarlos y meterlos en esta bolsa. Déjalos en el aire, para que los vivan otros también. Es bonito lo que vives en el Bosque Verde. Y lo que vives en el Bosque Azul, y en el Amarillo y en el Morado. No es mejor uno que otros. Todos los bosques tienen sus grandes momentos y sus grandes amigos. No quieras atraparlos en una bolsa.

¿Sabes lo que yo hago cada noche? Me tumbo en el césped y miro al cielo estrellado y le doy gracias por todo lo bonito que me ha pasado durante el día. Cada recuerdo bonito pasa por mi corazón y lo mando al cielo, para que el cielo sepa. Así, el cielo puede escribir un cuento con todas nuestras historias. ¿Sabías que todas las estrellas que vemos por la noche, son los preciosos momentos que cada uno de nosotros envía al cielo al acabar el día? Si las metes en una bolsa, el cielo no podrá escribir su cuento, se quedará sin estrellas y tú te volverás todavía más solitaria, más triste, más gusano.  

Binot abrió mucho sus ojos de carbón y se dio cuenta de que esa bolsa que le había regalado maliciosamente el gusano, se había convertido en una enorme carga que no necesitaba, así que la abrió y de ella salieron volando todos sus recuerdos, hacia arriba...

Se dice que esa noche hubo más estrellas que nunca en el cielo.

Y desde entonces, la mariposa Binot voló libre, viviendo cada momento sin querer agarrarlo, y cada noche, se tumbaba en su orquidea y mandaba al cielo todos los momentos vividos ese día, para volver al día siguiente a vivir otros momentos distintos pero preciosos también.

 Escrito por Clementina Crol

MORALEJA: cada momento de la vida tiene sus cosas bonitas. No nos lamentemos por lo que ya ha pasado y disfrutemos del AHORA.

 

Comentarios

  1. ¡Pero que cuento más precioso!!! Eso es tener talento! Por favor no lo desaproveches. Me has sorprendido enormemente. Todo sentimiento y emoción, como tú misma. Queremos leer más...

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    1. No sabes la alegría que me das. Tu opinión me ayuda a seguir con mi sueño de escribir, un sueño muy antiguo ya y que había abandonado en una oscura habitación, junto con mis alas. Gracias amiga.

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