Caminante no hay camino o cómo esculpir el cerebro

 
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Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.

Antonio Machado

“Yo soy así y no puedo cambiar”
“No se me dan bien los números”

“Nací torpe ¿Qué se le va a hacer?”

"Soy cabezota, como mi padre"

En el siglo XXI ¿os decís todavía esas frases a vosotros mismos? ¿Se las decís a vuestros hijos? ¡¡Menuda barbaridad!!

Dejadme que os presente hoy un concepto que me apasiona, la Neuroplasticidad, es decir, la capacidad del cerebro de cambiar en contacto con el entorno.  Asociada a la neuroplasticidad está la neurogénesis o regeneración de las neuronas.  Es verdad que al realizar determinadas cosas (beber mucho alcohol por ejemplo), mueren neuronas pero… ¿sabéis que también pueden crearse nuevas neuronas?  ¿Cómo? Pues por ejemplo, durmiendo lo suficiente, haciendo ejercicio y evitando el estrés negativo.  También se ha demostrado que la meditación facilita la neurogénesis.

Lo que me apasiona de la neuroplasticidad son las siguientes ideas:

1-   El cerebro cambia durante TODA la vida y genera nuevas conexiones neuronales. Por lo tanto, siempre, siempre podemos seguir aprendiendo cosas nuevas.

2-   El cerebro también puede desaprender a voluntad conductas no deseadas.

3-    El cerebro aprende también imaginando, visualizando que aprende ¿no os parece increíble?

Os cuento un poco… Dentro de tu cerebro hay 100.000 millones de células cerebrales, denominadas neuronas. Cada una de ellas puede conectarse con hasta 10.000 de sus compañeras. Imaginad la cantidad de billones de conexiones posibles… Cada una de estas conexiones entre dos neuronas se llama Sinapsis Cuando ocurren repetidas sinapsis entre dos neuronas, éstas se asocian, y eso significa que cuando una neurona se activa o se desactiva ocurre lo mismo en su neurona "socia". Por lo tanto, estas neuronas no solo dependerán de su propia estimulación, sino de la activación de las neuronas con las que se ha asociado. Las dos neuronas son como dos personas que se acaban de conocer. Cuando empiezan a hablar se produce la sinapsis. Si charlan en varias ocasiones, se harán amigas. Y a partir de ese momento, todo lo que le pase a una le afectará a la otra.

 

Cuando varias neuronas se asocian forman una red llamada, Red Hebbiana. Es como un equipo de neuronas cada una de las cuales tiene un papel determinado. O como una orquesta de música con sus distintos instrumentos. Si se produce un estímulo concreto, se activa toda la red.
 
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Se hace camino al andar
 
Cada experiencia que tenemos, incluidos sentimientos, pensamientos, sensaciones y acciones musculares, crea una red neuronal, un camino. Se ha demostrado que esta red puede construirse, modificarse, eliminarse o potenciarse voluntaria e involuntariamente, durante el transcurso  de toda nuestra vida. Sí, sí: podemos entrenar nuestra mente ¿cómo? Mediante la repetición. Al repetir una acción no haces sino fortalecer las conexiones en esa red neuronal. Cada hábito es como un camino que transitamos una y otra vez. Cuanto más lo transitemos, cuanto más repitamos una acción, más fácil será, más rápidos y seguros iremos por el camino marcado. Esto puede ser un problema si la ruta no es la adecuada... pero, aunque cueste más, se puede cambiar. Es decir, si abandonamos el camino, se irá llenando de malas hierbas y al final desaparecerá.  Piensa ¿qué camino quieres abandonar?

Dice el proverbio

«Siembra un pensamiento, cosecha una acción;
siembra una acción, cosecha un hábito.
Siembra un hábito, cosecha un carácter;
siembra un carácter, cosecha un destino»



El aprendizaje a nivel neuronal (o aprendizaje hebbiano) consiste en que las neuronas pueden instalar nuevo cableado en función de la experiencia. ¡¡Atención!! Se dice que la genética es responsable del 10 % de las redes hebbianas, y el 90% restante se forma bajo el influjo de otros dos factores que, a diferencia del primero, podemos controlar. Estos son:

- las experiencias de vida y

- los conocimientos adquiridos.

En fin... que no tenemos excusa. Si queremos, podemos cambiar.

Y ahora os cuento un estudio del científico español Álvaro Pascual-Leone, demostrando que el cerebro aprende solo imaginando:


Se enseñó a la mitad de un grupo de voluntarios a tocar una pieza de piano con cinco dedos. Se observó que el entrenamiento continuo conllevó un aumento en la región correspondiente a la corteza motora que era responsable de mover esos dedos. Aunque ese resultado constituía una muestra clara de neuroplasticidad, no era novedoso porque otros experimentos habían llegado a conclusiones similares.




Lo verdaderamente interesante resultó al analizar las imágenes cerebrales de la otra mitad de voluntarios a los que se puso a imaginar que tocaban la pieza. Se observó que la simulación mental de los movimientos... ¡activaba las regiones de la corteza motora que se requerían para la ejecución de los movimientos reales! Sorprendentemente, la práctica mental era suficiente para promover la neuroplasticidad, es decir, que solo imaginando cambia nuestro cerebro. La práctica mental es tan o más importante que la práctica física. Y esto nos lleva a un tema apasionante: la gran importancia de definir muy bien nuestros sueños.
 
 

Después de todo lo dicho ¿te vas a atrever a decir “yo soy así y no puedo cambiar”?


 

 
 


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