"Mantén el sentido del humor sobre tus errores pero no los repitas" Paulo Coelho.
Cometo errores reales e imaginarios. Ambos me hunden en la miseria. Ambos me persiguen a lo largo de la vida.
Con respecto a mis errores imaginarios, es decir, aquellos que todavía no se han producido pero que imagino con nitidez: Cuando veo ante mí la posibilidad de cometer un error (aunque sea algo tan insignificante como que me salga mal una receta de cocina), caigo en un abismo de angustia. ¿Qué hay detrás de ese sentimiento, es decir, qué es lo que temo realmente? Para contestar a esta pregunta me hago otra ¿qué es lo peor que puede pasar si cometo ese error? Lo primero que me viene a la cabeza es que voy a decepcionar a alguien (en el caso de la receta, me imagino la cara de los invitados a comer, masticando serios). No parece tan grave ¿no? Y si decepciono a alguien ¿qué pasa? Esa persona podrá superarlo ¿entonces por qué mi angustia ante el error es tan desmesurada? El verdadero problema es la imagen de mí misma que he creado en mi cabeza, imagen de perfección. Si no me adecúo a ese molde, a ese personaje ideal, significa que no soy perfecta y, si no soy perfecta, paso al otro extremo, es decir, me convierto ante mis ojos en un ser insignificante, lo que me lleva a pensar que nadie me va a querer, me voy a quedar sola. Parece infantil visto así ¿no? Y efectivamente, es infantil ya que está metido en mi subconsciente desde mi niñez, y tan grabado está, que es difícil arrancarlo. Para desactivar ese mecanismo automático, la única solución que he encontrado es el SENTIDO DEL HUMOR, es decir, reírme de mí misma. Y repetirme estas palabras de alguien muy sabio "No paaasa nada. Y si pasa ¿qué importa? Y si importa ¿qué pasa?"
Los errores reales también me persiguen, pero de otro modo, en forma de sentimiento de culpa y a veces de ridículo. El problema está en que, a pesar de los años transcurridos desde aquel error real, sigo sin perdonarme. ¡Mantengo el rencor hacia mí misma! Qué duro y qué poco justo ¿no? Aquí no me vale tan solo el sentido del humor sino... el perdón. Repetirme a mí misma "me perdono". Y poco a poco, lo estoy consiguiendo.
Como veis tengo fobia a los errores. Por eso y solo por eso, he sido toda la vida buena, dócil, estudiosa, agradable...ahhhh. Y ahora que tengo más años, sé (con la cabeza) que la única manera de aprender es cometiendo errores. Y yo tengo todavía muuucho que aprender. Así que voy a ir hacia eso que parece un abismo, pero que no lo es, con una buena dosis de sentido del humor y de cariño hacia mí misma.
Cometo errores reales e imaginarios. Ambos me hunden en la miseria. Ambos me persiguen a lo largo de la vida.
Con respecto a mis errores imaginarios, es decir, aquellos que todavía no se han producido pero que imagino con nitidez: Cuando veo ante mí la posibilidad de cometer un error (aunque sea algo tan insignificante como que me salga mal una receta de cocina), caigo en un abismo de angustia. ¿Qué hay detrás de ese sentimiento, es decir, qué es lo que temo realmente? Para contestar a esta pregunta me hago otra ¿qué es lo peor que puede pasar si cometo ese error? Lo primero que me viene a la cabeza es que voy a decepcionar a alguien (en el caso de la receta, me imagino la cara de los invitados a comer, masticando serios). No parece tan grave ¿no? Y si decepciono a alguien ¿qué pasa? Esa persona podrá superarlo ¿entonces por qué mi angustia ante el error es tan desmesurada? El verdadero problema es la imagen de mí misma que he creado en mi cabeza, imagen de perfección. Si no me adecúo a ese molde, a ese personaje ideal, significa que no soy perfecta y, si no soy perfecta, paso al otro extremo, es decir, me convierto ante mis ojos en un ser insignificante, lo que me lleva a pensar que nadie me va a querer, me voy a quedar sola. Parece infantil visto así ¿no? Y efectivamente, es infantil ya que está metido en mi subconsciente desde mi niñez, y tan grabado está, que es difícil arrancarlo. Para desactivar ese mecanismo automático, la única solución que he encontrado es el SENTIDO DEL HUMOR, es decir, reírme de mí misma. Y repetirme estas palabras de alguien muy sabio "No paaasa nada. Y si pasa ¿qué importa? Y si importa ¿qué pasa?"
Los errores reales también me persiguen, pero de otro modo, en forma de sentimiento de culpa y a veces de ridículo. El problema está en que, a pesar de los años transcurridos desde aquel error real, sigo sin perdonarme. ¡Mantengo el rencor hacia mí misma! Qué duro y qué poco justo ¿no? Aquí no me vale tan solo el sentido del humor sino... el perdón. Repetirme a mí misma "me perdono". Y poco a poco, lo estoy consiguiendo.
Como veis tengo fobia a los errores. Por eso y solo por eso, he sido toda la vida buena, dócil, estudiosa, agradable...ahhhh. Y ahora que tengo más años, sé (con la cabeza) que la única manera de aprender es cometiendo errores. Y yo tengo todavía muuucho que aprender. Así que voy a ir hacia eso que parece un abismo, pero que no lo es, con una buena dosis de sentido del humor y de cariño hacia mí misma.
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