Hoy solo puedo escribir de ellas, de la personas que ahora sufren. Estaban sanas y de repente, su mundo se ha vuelto del revés y han entrado en el frío y blanco. Y todo se trastoca: planes de verano, trabajos, salidas con amigos, cursos. Las prioridades que antes eran, ahora pasan a un segundo plano. Ahora, bajo el agua, hay otro mundo, en el que médicos y enfermeras son los protagonistas. Todo blanco. Pero en medio de tanto dolor, también lucen pinceladas de brillo. Observa con atención. Hay mucho corazón que se abre con ternura a tu lado. Y ojos que derraman lagos. Si observas, verás que no todo es frío, nunca todo es frío. Y te acercas más a algo que no se ve, a Dios, si quieres llamarlo así, a ese Algo espiritual que todos llevamos en un lugar de nuestra alma. Bajo el agua te das cuenta de que no estás solo. Muchos hay contigo, muchos que sufren y sienten. Y uniendo a todos hay una corriente de Amor que lo envuelve todo. Es casi mágico.
Y sales a la calle y ves que el resto de mundo sigue y te preguntas ¿cómo puede seguir todo como si nada pasara, si yo me estoy muriendo de pena? Y ves que la gente está sentada en las terrazas, tomando un gin tonic y tú les miras indignado, sin comprender ¿cómo son capaces de reír, si yo no puedo casi ni caminar de dolor?
En el día de hoy, en el que todo se ha vuelto del revés, adquieren todavía más importancia los pequeños detalles: una caricia, la mirada de tu hermano pidiendote consuelo, la luz que entra por la ventana de ese cuarto de hospital, la melodía de un músico callejero. De repente, te fijas en las baldosas que hacen figuras geométricas. Los detalles... Que se quedarán grabados en ti.
Hoy me gustaría escribir a todos aquellos que viven envueltos en esa incertidumbre, que viven pendientes de las palabras del hombre o mujer de bata blanca. Tan pendientes, que en cuanto lo ven aparecer al fondo del pasillo, su corazón da un vuelco. ¿Serán buenas noticias? ¿La vida nos concederá un respiro? ¿Tenemos que seguir temblando?
Hay muchas cosas que todavía no sabemos... Hay secretos que se esconden tras las hojas. No lo sabemos todo. Hay algo mágico escondido bajo el mar.
En este sufrimiento tan inmenso, es hora de dejar de lado el ruido para recogerse e intentar descubrir lo que se esconde.
Querida Clementina, es maravillosa tu reflexión y la delicadeza, sensibilidad y esperanza que transmites para afrontar los duros momentos que supone tener a un ser querido enfermo.
ResponderEliminarEstoy muy orgulloso de ti y la vez muy indignado porque sigues sin escribir un libro! No desperdicies el don que tienes!
Querido anónimo: Gracias por tus palabras de aliento. Me encantaría escribir un libro...una novela o quizás cuentos varios. Vayamos paso a paso. Ya me he lanzado con el blog, lo cual es mucho. El siguiente paso... ¡la novela!
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