El sábado pasado me comentaba una amiga, Ana, que se había propuesto para este año que empieza en septiembre, seguir el lema "Menos es más". Y mira qué casualidad, justo al día siguiente llegó a mis ojos este párrafo:
Vivimos en la sociedad de la opulencia. Tenemos de todo y en extraordinaria abundancia (...) Y, sin embargo, a pesar de todos estos avances, hay signos de un galopante retroceso en nuestro bienestar real. Y uno de los principales es el malestar emocional: un hecho muy significativo es que no dejan de incrementarse los índices de depresión, ansiedad y suicidio. Cada vez tenemos más cosas pero ¿somos más felices?
("El arte de no amargarse la vida" de Rafael Santandreu.)
Me gustó el lema de mi amiga y me lo apropié también, quizás no como meta a alcanzar a corto plazo sino como una tendencia, una manera de ir avanzando hacia la verdadera felicidad. Y diréis "Esto ya me lo sé" pero ¿acaso hacemos algo por cambiar?
Menos es Más significa simplificar nuestra vida en varios sentidos:
Menos es Más significa simplificar nuestra vida en varios sentidos:
Cosas materiales: No resulta fácil en esta sociedad en la que, en cuanto te interesas por un objeto, Internet te bombardea durante meses con objetos similares. Es un bombardeo al que es muy fácil sucumbir, sobre todo en momentos en los que el aburrimiento o malestar se apodera de uno por cualquier motivo. Es una tentación que te mira con ojos atentos y te promete que, con un "click", tu cuerpo se llenará de una emoción inmediata porque pasarás a poseer el "imprescindible-para-ti" objeto. Y sin embargo, la emoción pasa rápido, muy rápido, y lo que provocaba tu malestar sigue ahí. Porque el objeto no puede solucionar lo que llevas dentro, el vacío espiritual. A pesar de haber escuchado esta idea infinitas veces, seguimos comprando cosas absurdas que no necesitamos e inundando a los niños de juguetes absurdos que no necesitan.
Extraescolares: mucho hablamos de no marear a los niños con tareas y más tareas pero luego nos decimos: "El inglés es esencial. Y aprender a tocar un instrumento. Y hacer deporte. Y jugar al ajedrez. Y bailar. Y..." Lo mismo nos exigimos a nosotros: "El pilates es buenísimo para la espalda. Y no puedo olvidar mi inglés. ¿Y si empezara con otro idioma? Ay! Y también tengo que hacer un curso de cocina. Y otro de inteligencia emocional. Y aprender a jugar al padel". No nos damos cuenta de que el día solo tiene 24 horas y por más que apretemos el calendario, el tiempo no se alarga.
Planes: A veces, no apetece tener plan cada fin de semana. En ese caso, se puede uno quedar en casa tan a gusto, sobre todo si llueve. Y se puede decir a los demás "No, hoy no me apetece salir. Hoy me quedo en casa", sin sentir culpa. Y también, de vez en cuando, los niños pueden quedarse en casa ese mismo día de lluvia sin maquinitas (¿es posible? Os aseguro que sí), compartiendo el espacio y la mirada con su familia.
A los seres humanos nos caracteriza un desmedido afán por poseer cosas, ideas, personas...¡somos insaciables! Cuanto menos somos, más queremos tener. La meditación enseña, en cambio, que cuando no se tiene nada, se dan más oportunidades al ser. Es en la nada donde el ser brilla en todo su esplendor. Por eso, conviene dejar de una vez por todas de desear cosas y acumularlas; conviene comenzar a abrir los regalos que la vida nos hace para, acto seguido, simplemente disfrutarlos. La meditación apacigua la máquina del deseo y estimula a gozar de lo que se tiene. Tanto más deseemos y acumulemos, tanto más nos alejamos de la fuente de la dicha.¡Párate!¡Mira! eso es lo que escucho en la meditación. Y si secundo estos imperativos y, efectivamente, miro, ¡ah! entonces surge el milagro.
(Pablo d'Ors. Biografía del Silencio.)
¿Para qué queremos acumular cosas, cursos, planes, autoimagen? Para huir del vacío, de la nada. Nos da mucho miedo. Es como bucear en mar abierto, hacia el fondo, donde solo hay silencio y el azul nos envuelve. Da vértigo ¿verdad? Sin embargo, dicen los expertos meditadores que, cuando nos enfrentamos a ese vacío, un día tras otro, al final descubrimos un tesoro, y ese tesoro no nos produce una emoción simplemente pasajera, sino que está ahí para quedarse, como amiga fiel. Y quedas lleno, y ya no necesitas acumular fuera, porque dentro ya lo tienes todo.
Foto de Evelyn
(Pablo d'Ors. Biografía del Silencio.)
¿Para qué queremos acumular cosas, cursos, planes, autoimagen? Para huir del vacío, de la nada. Nos da mucho miedo. Es como bucear en mar abierto, hacia el fondo, donde solo hay silencio y el azul nos envuelve. Da vértigo ¿verdad? Sin embargo, dicen los expertos meditadores que, cuando nos enfrentamos a ese vacío, un día tras otro, al final descubrimos un tesoro, y ese tesoro no nos produce una emoción simplemente pasajera, sino que está ahí para quedarse, como amiga fiel. Y quedas lleno, y ya no necesitas acumular fuera, porque dentro ya lo tienes todo.
Foto de Evelyn
Yo también me sumo, MENOS ES MÁS,... es interesante reflexionar,... somos demasiado valiosos para dejarnos llevar, pero aún así a veces caemos.
ResponderEliminarMUCHAS GRACIAS CLEMENTINA por compartir y por inspirarnos. Un abrazo