En estos días de incertidumbre y paredes blancas, de nervios y tubos, de esperanza y desconocidos, destaco una palabra: Cariño. Es increíble el cariño que estoy recibiendo de todas esas personas que me rodean. Increíble su cuidado, sus palabras, lo que de ellas me llega. Es en estos momentos cuando me doy cuenta de que no estoy sola sino rodeada de corazones, que sienten como yo. Todos juntos en esto de la vida, que ninguno acabamos de entender. Sí, me siento unida a vosotros, todos sois magia, y esa magia junta nuestras manos en una rueda de cariño. Del cariño os quería hablar hoy...
El cariño se encuentra en todas partes, siempre está muy cerca, pero en ocasiones se vuelve invisible y juega a que lo descubramos.
Puede desaparecer bajo la nieve y tal vez creas que se ha ido de verdad, pero el invierno deja paso a la primavera.
Al cariño le gusta mucho que lo cuiden, que le echen semillas y lo rieguen a diario. Si te fijas bien, cuando esto sucede, nacen flores de los lugar más insospechados: en los bolsillos y las puertas, en las manos y los sombreros.
Del libro "Recetas de lluvia y azúcar" Eva Manzano y Mónica Gutiérrez.
No hemos cambiado tanto, en todos estos siglos. Seguimos necesitándonos. Ese abrazo blandito que cura cualquier dolor. Esa llamada oportuna. De verdad, es lo mejor de estos días, sentir que hay personas fuera esperándome. Aunque llueva, ahí están con su paraguas y una sonrisa que ilumina la calle.
A ti te digo que ahora da igual como seas y si tu conversación es interesante o no. Da igual si te gusta lo que a mí me gusta. Solo importa que estás ahí, con tus brazos dispuestos.
Gracias.
El cariño se encuentra en todas partes, siempre está muy cerca, pero en ocasiones se vuelve invisible y juega a que lo descubramos.
Puede desaparecer bajo la nieve y tal vez creas que se ha ido de verdad, pero el invierno deja paso a la primavera.
Al cariño le gusta mucho que lo cuiden, que le echen semillas y lo rieguen a diario. Si te fijas bien, cuando esto sucede, nacen flores de los lugar más insospechados: en los bolsillos y las puertas, en las manos y los sombreros.
Del libro "Recetas de lluvia y azúcar" Eva Manzano y Mónica Gutiérrez.
No hemos cambiado tanto, en todos estos siglos. Seguimos necesitándonos. Ese abrazo blandito que cura cualquier dolor. Esa llamada oportuna. De verdad, es lo mejor de estos días, sentir que hay personas fuera esperándome. Aunque llueva, ahí están con su paraguas y una sonrisa que ilumina la calle.
A ti te digo que ahora da igual como seas y si tu conversación es interesante o no. Da igual si te gusta lo que a mí me gusta. Solo importa que estás ahí, con tus brazos dispuestos.
Gracias.
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