El Elemento es el punto de encuentro entre las aptitudes naturales y las inclinaciones personales.
En otras palabras, es lo que se nos da bien y además, nos encanta.
En otras palabras, es lo que se nos da bien y además, nos encanta.
Cuando las personas están en su Elemento establecen contacto con algo fundamental para su sentido de la identidad, sus objetivos y su bienestar. Experimentan una revelación, perciben quiénes son realmente y qué deben hacer con su vida.
Texto extraído del libro El Elemento. Sir Ken Robinson.
Leer este texto me lleva a preguntarme ¿eso tan maravilloso de lo que habla Sir Ken Robinson, de verdad existe? ¿También yo tengo un Elemento? y si existe para mí ¿Cómo lo puedo encontrar?
Desde pequeña se me transmitió que eso de la vocación era privilegio de muy pocos. La creencia popular es que músicos, actores, pintores, artistas en general, misioneros, deportistas, médicos y quizás profesores, son los únicos que han sido tocados con la varita mágica de la vocación; y que el resto de los mortales no tenemos más remedio que conformarnos con ir a la oficina gris cada día, a ganar un sueldito para salir adelante. Por eso estudié empresariales. Total, si yo no tengo vocación, voy a estudiar algo con salidas. La creencia popular me diría que eso del Elemento es una idea moderna de gente desocupada, que acepte que el trabajo es aburrido sí o sí, que qué hago buscando tesoros escondidos.
Desde pequeña se me transmitió que eso de la vocación era privilegio de muy pocos. La creencia popular es que músicos, actores, pintores, artistas en general, misioneros, deportistas, médicos y quizás profesores, son los únicos que han sido tocados con la varita mágica de la vocación; y que el resto de los mortales no tenemos más remedio que conformarnos con ir a la oficina gris cada día, a ganar un sueldito para salir adelante. Por eso estudié empresariales. Total, si yo no tengo vocación, voy a estudiar algo con salidas. La creencia popular me diría que eso del Elemento es una idea moderna de gente desocupada, que acepte que el trabajo es aburrido sí o sí, que qué hago buscando tesoros escondidos.
A pesar de lo anterior, cuando vi el otro día en la librería este libro del que ya me habían hablado hace tiempo, lo compré sin dudarlo porque, en el fondo de mi alma, tengo la esperanza de que sí, yo también tengo una vocación, a pesar de no ser actriz, médico o pianista. Y como lo que crees, lo creas, pues me dispongo a creer en ello.
Empiezo mi camino de búsqueda con las dos preguntas:
¿Qué me encanta?
¿Qué se me da bien?
Debo decir que me salen muchas, muchas respuestas para la primera pregunta y pocas, pocas respuestas para la segunda. Con respecto a Qué me encanta, cada vez me gustan más cosas. No sé si es la conciencia de que estoy en la cara B de la vida, de que el tiempo transcurre demasiado deprisa, lo que me lleva a querer hacer muchas cosas (para mí apasionantes) en poco tiempo. Como si quisiera beber toda el agua que ha caído en mis manos antes de que se me escurra.
Con respecto a Qué se me da bien, responderlo me cuesta más porque me han transmitido que eso de echarse flores es de gente vacía y frívola, que la gente sabia es humilde y no va por ahí presumiendo. Y he llevado esa humildad al extremo de no saber ni para qué valgo. Mi trabajo (arduo) es vaciar mi vasija de ideas limitantes para llenarla de piropos hacia mí misma. A algunos les parecerá un horror esto que digo. Se llevarán las manos a la cabeza y pensarán: "Se va a convertir en una persona insoportable, creída". Lo que está claro es que he pasado la vida en un extremo, el de ser la sombra de otros, humilde, con la cabeza gacha, sin hacerme notar, no vaya a ser que resulte molesta. Y ahora, no me quiero pasar al otro, sino ir avanzando hacia el término medio, que es donde está la virtud, como decía Aristóteles.
Todo esto lo cuento porque creo que a muchas personas les pasa lo mismo. Para comprobarlo, haced el siguiente ejercicio: Coged una hoja y escribid en una columna todo aquello que no os gusta de vosotros mismos, vuestros defectos. Y en otra columna, todas vuestras virtudes. ¿Qué lista os ha costado más escribir? ¿Mientras escribíais vuestras virtudes, vuestra mente estaba tranquila?
Pues eso, que para encontrar vuestro Elemento debéis encontrar también vuestras virtudes, que para algunos están bien escondidas en el desván. Y eso me lleva otra vez a la frase "Conócete a ti mismo" del templo de Delfos, que hoy quiero completar con un "y date permiso para hacer aquello que amas". Solo de esa forma serás verdaderamente libre y por lo tanto, feliz.
Empiezo mi camino de búsqueda con las dos preguntas:
¿Qué me encanta?
¿Qué se me da bien?
Debo decir que me salen muchas, muchas respuestas para la primera pregunta y pocas, pocas respuestas para la segunda. Con respecto a Qué me encanta, cada vez me gustan más cosas. No sé si es la conciencia de que estoy en la cara B de la vida, de que el tiempo transcurre demasiado deprisa, lo que me lleva a querer hacer muchas cosas (para mí apasionantes) en poco tiempo. Como si quisiera beber toda el agua que ha caído en mis manos antes de que se me escurra.
Con respecto a Qué se me da bien, responderlo me cuesta más porque me han transmitido que eso de echarse flores es de gente vacía y frívola, que la gente sabia es humilde y no va por ahí presumiendo. Y he llevado esa humildad al extremo de no saber ni para qué valgo. Mi trabajo (arduo) es vaciar mi vasija de ideas limitantes para llenarla de piropos hacia mí misma. A algunos les parecerá un horror esto que digo. Se llevarán las manos a la cabeza y pensarán: "Se va a convertir en una persona insoportable, creída". Lo que está claro es que he pasado la vida en un extremo, el de ser la sombra de otros, humilde, con la cabeza gacha, sin hacerme notar, no vaya a ser que resulte molesta. Y ahora, no me quiero pasar al otro, sino ir avanzando hacia el término medio, que es donde está la virtud, como decía Aristóteles.
Todo esto lo cuento porque creo que a muchas personas les pasa lo mismo. Para comprobarlo, haced el siguiente ejercicio: Coged una hoja y escribid en una columna todo aquello que no os gusta de vosotros mismos, vuestros defectos. Y en otra columna, todas vuestras virtudes. ¿Qué lista os ha costado más escribir? ¿Mientras escribíais vuestras virtudes, vuestra mente estaba tranquila?
Pues eso, que para encontrar vuestro Elemento debéis encontrar también vuestras virtudes, que para algunos están bien escondidas en el desván. Y eso me lleva otra vez a la frase "Conócete a ti mismo" del templo de Delfos, que hoy quiero completar con un "y date permiso para hacer aquello que amas". Solo de esa forma serás verdaderamente libre y por lo tanto, feliz.
Querida Clementina, estás llena de virtudes y no debería costarte nada escribir una lista bien larga.
ResponderEliminarCon tu blog pones claramente de manifiesto una de esas virtudes que tanto insistimos algunos en que debes desarrollar. Tienes un gran don que estoy convencido que dentro de muy poco lo llevarás a la práctica y alcanzaras tu ansiado Elemento
Querido anónimo:
EliminarCon personas como tú a mí lado, es mucho más fácil encontrar el camino. Yo sé que tengo varios Elementos y uno de ellos, quizás el más importante, ya lo he encontrado.