UN INFINITO NÚMERO DE NUEVOS COMIENZOS
En tu intento de ser un “adulto”
pierdes contacto con tu niño interno.
En tu prisa por ser el “experto”,
te desconectas del principiante que hay en ti,
del amor interior, inocente y salvaje.
En tu búsqueda de la seguridad,
huyes de la inseguridad,
sepultas tu ansiedad, aplastas tus dudas.
Hasta que un día todo eso sale a la luz,
y genera un caos en tu linda y “ordenada” vida.
No confundas el rol que tú juegas
con quien tú eres en realidad.
No confundas la adaptación, con el actor,
el clima cambiante, con la inmensidad del cielo.
Amigo/a, tu verdadera identidad reside en la Presencia,
y en el asombro,
y en la creatividad,
y en un infinito número de nuevos comienzos.
Cada momento,
Cada lienzo,
Cada Ahora.
Jeff Foster
¿Quién eres?¿Quién soy? Desde que me lo preguntaron en un curso hace años, llevo dándole vueltas a esa pregunta y no consigo respuesta alguna. No la consigo porque me identifico demasiado con el personaje de siempre. Y a la vez sé que no soy ese personaje, que es solo un traje que me han colocado. ¿No creéis que sería divertido cambiar de personaje de vez en cuando? Sí, como si fuéramos todos actores. Por ejemplo, si eres siempre comedido y responsable, probar a ser un poco loco; si eres poco hablador, pasar a ser el que cuenta las anécdotas en las reuniones de amigos; si eres de los que no callan, pasar a ser el que escucha. No digo que uno pase ¡de repente! al otro extremo para siempre, sobre todo, si siendo como eres te va bien. Digo que sería interesante probar otros papeles de este teatro, solo por hacer el experimento, por pisar la inseguridad. Y por ver la cara de la gente que te conoce. Y por demostrarte a ti mismo que no eres tu personaje. Como dice Jeff Foster: "No confundas el rol que tú juegas con quien tú eres en realidad". Pero ¿Quién soy?
Para descubrirlo, debemos volver la mirada a nuestro interior y destapar a nuestro niño interno, nuestro principiante, que vive agazapado bajo todas las capas de cebolla que la vida nos ha puesto sobre los hombros, una tras otra, hasta enterrar lo que verdaderamente importa. Y quizás, si descubrieras a ese niño o niña que eres tú, conseguirías algo inaudito: sentir un amor inmenso por ti mismo. Pero no sería un amor sustentado en logros, en lo simpático, bueno o inteligente que eres, sino un amor puro, que sabe que todos somos grandes y luminosos, aunque seamos tontos, malos y pobres, aunque no lleguemos a ser Gandhi ni la madre Teresa de Calcuta.
Pero ¿Quién eres? Eres la inmensidad del cielo. Por eso, lo que te define no es que seas madre, padre, abuelo, que seas ingeniero de caminos, que seas el centro de la fiesta, o el friki, que seas santo, rey o director general. Lo que te define es el Amor, y para sacar amor, primero tienes que sentirlo dentro y hacia ti mismo, y luego extenderlo al resto del mundo, hasta que no haya ya ninguna separación entre ese "ti mismo" y ese "resto del mundo".
En todo caso no olvides que, tengas la edad que tengas, hayas cometido en tu vida un error o mil, tus lienzos no se han acabado todavía y te quedan por vivir infinitos nuevos comienzos.
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