Los seres humanos somos como un iceberg en el que hay varias capas que Robert Dilts llama Niveles Neurológicos:
Lo que los demás ven de nuestro iceberg es nuestro Entorno (1er Nivel) y nuestro Comportamiento (2º Nivel). Por ello, cuando conocemos por primera vez a alguien, primero nos interesaremos por su entorno: ¿de dónde eres? ¿dónde vives? ¿dónde te vas de vacaciones? ¿tienes hijos? ¿tienes pareja? ¿dónde trabajas? Además, podremos observar su conducta, si es extrovertido o tímido, si es sonriente o serio, si parece nervioso o tranquilo.
Ya sumergidos en el agua aparece el resto de niveles, que, por lo tanto, no se detectan a simple vista. De menos a más profundos son:
- Nuestras Capacidades cognitivas y Habilidades (3er nivel): que responde a las preguntas de ¿Qué se te da bien? ¿Cómo haces para...? ¿Cuál es tu plan de acción?
- Nuestras Creencias y Valores (4º nivel): que responde a la pregunta de ¿Qué pensamientos limitan o potencian tu comportamiento (creencias)?¿Por qué haces lo que haces (valores)? Se trata de los juicios que tenemos sobre nosotros mismos, sobre los demás y sobre el mundo. En este nivel se encuentra nuestra motivación y el permiso que nos damos a nosotros mismos para hacer o no hacer.
- Nuestra Identidad (5º nivel): Responde a la pregunta de ¿Quién eres? ¿Qué piensas de ti? ¿cuál es tu misión en la vida?
- Nuestra Trascendencia/Espiritualidad (6º nivel): ¿Para qué haces lo que haces? ¿Qué impacto generan tus acciones en la sociedad, en el mundo? ¿Somos parte de algo que nos trasciende?
Cualquier cambio en los niveles más profundos dará lugar a cambios en los niveles más superficiales, mas no al contrario. Por ejemplo, yo siento terror ante la conducta de hablar en público (2º nivel) porque en mi nivel neurológico Creencias (4º nivel) tengo la creencia limitante que me dice: Siempre que hablo en público hago el ridículo. Y, para ser feliz, necesito que todo el mundo me apruebe. Además, en mi nivel de identidad (5º nivel) tengo grabado a fuego que Yo no soy buena oradora. Esos pensamientos incrustados en mí a nivel de creencias o identidad, afectan irremediablemente a mi capacidad para hablar en público, ya que al creer que no puedo, estoy creando esa realidad para mí. Aunque me fuerce una y otra vez a hablar en público, si no cambio mis creencias o mi identidad sobre ello, seguiré sintiendo un terror espantoso que, a la larga, hará que abandone esa práctica, convenciéndome ya para siempre de que no soy buena oradora. Lo que es una pena porque, debido a ello estaré perdiendo ocasiones de oro que me acercarían a mi propósito.
Atención a lo que os decís en el nivel de identidad: "Yo soy …", porque eso es justo lo que creareis en la vida. Si observáis que tras el Yo soy, va un adjetivo que os limita, desvaloriza, hunde... quizás sea el momento de empezar a cambiarlo.
Atención a lo que os decís en el nivel de identidad: "Yo soy …", porque eso es justo lo que creareis en la vida. Si observáis que tras el Yo soy, va un adjetivo que os limita, desvaloriza, hunde... quizás sea el momento de empezar a cambiarlo.
El tema de los niveles neurológicos da para muchas páginas llenas de reflexiones. Sin embargo, en esta entrada en concreto, quería resaltar su efecto en las conversaciones que mantenemos con nuestros "amigos y seres queridos" ya que, aunque al conocer por primera vez a alguien, es normal quedarse en los niveles superficiales del iceberg, me parece desolador que, con el paso de los años, sigamos en todo momento en el 1er y 2º nivel:
¿Dónde has ido de vacaciones? ¿Qué coche te has comprado? ¿Cómo se porta tu perro? ¿has decorado tu casa?
Cuando me quedo ¡siempre! en la superficie del agua, pongo entre comillas la palabra "amigo" y la escribo con minúsculas.
¿Dónde has ido de vacaciones? ¿Qué coche te has comprado? ¿Cómo se porta tu perro? ¿has decorado tu casa?
Cuando me quedo ¡siempre! en la superficie del agua, pongo entre comillas la palabra "amigo" y la escribo con minúsculas.
Estoy deseando preguntarte por los niveles más profundos de tu iceberg. Y me encantaría también que tú te interesaras y preguntaras por los míos:
¿Qué se te da bien hacer?
¿Qué te apasiona?
¿Qué te aterroriza?
¿Qué te limita?
¿Qué piensas cuando...?
¿Qué sientes o sentiste cuando...?
¿Quién eres?
¿Quién eres?
¿Para qué vas todos los días a tu oficina?
¿Para qué crees que estás vivo?
¿Cuál es el valor que mueve tus pasos?
¿Cuál es tu propósito en esta vida?
¿Qué huella quieres dejar en el mundo?
¿Crees que formamos parte de algo más grande?
¿Crees que formamos parte de algo más grande?
Que te hagan cualquier pregunta de éstas ¡¡¡no debería producirte urticaria si te la hace un Amigo!! Es más, deberían ser preguntas obligadas en cualquier comida, cena, reunión de "Amigos de toda la vida o Familia cercana". Obligadas porque es una maravillosa manera de sentirnos significativamente unidos a esas personas. Quizás no te guste ese tipo de preguntas porque nunca te las has hecho a ti mismo... Quizás sea el momento de hacerlo.
Mi conclusión en el día de hoy es que ¡estoy harta de permanecer nadando en la superficie años y años y años! Está bien que me hables de tu perro, de tu coche, de los azulejos nuevos de tu cocina, de tu próximo viaje. Y sí, está bien para un ratillo, pero que sepas que eso no nos une ni lo más mínimo. Me gustaría más saber cómo te sientes cuando tu perro se acurruca en tu regazo, qué piensas mientras conduces tu coche hacia el trabajo, qué ves cuando tu imagen se refleja en los azulejos nuevos de tu cocina, qué es lo más importante para ti de ese viaje que vas a hacer. Porque en la superficie del mar no hay Amigos. Solo amistades (flojillas), conocidos (más flojillos), gente con la que te cruzas (todavía más flojilla). Quizás esos conocidos tan flojillos lloren en mi funeral o yo llore en el suyo, pero nunca, nunca podrán decir que me conocieron de verdad y yo nunca, nunca podré decir que les conocí a ellos de verdad. Así que, ahora que la mayoría de nosotros hemos pasado ya a la cara B de nuestra vida ¿os atrevéis a poneros el traje de buzo y sumergiros?
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