Y se amansen los caminos
y seamos sobrevivientes
de un naufragio colectivo.
Con el corazón lloroso
y el destino bendecido
nos sentiremos dichosos
tan sólo por estar vivos.
Y le daremos un abrazo
al primer desconocido
y alabaremos la suerte
de conservar un amigo.
Y entonces recordaremos
todo aquello que perdimos
y de una vez aprenderemos
todo lo que no aprendimos.
Ya no tendremos envidia
pues todos habrán sufrido.
Ya no tendremos desidia
Seremos más compasivos.
Valdrá más lo que es de todos
Que lo jamas conseguido
Seremos más generosos
Y mucho más comprometidos
Entenderemos lo frágil
que significa estar vivos
Sudaremos empatía
por quien está y quien se ha ido.
Extrañaremos al viejo
que pedía un peso en el mercado,
que no supimos su nombre
y siempre estuvo a tu lado.
Y quizás el viejo pobre
era tu Dios disfrazado.
Nunca preguntaste el nombre
porque estabas apurado.
Y todo será un milagro
Y todo será un legado
Y se respetará la vida,
la vida que hemos ganado.
Cuando la tormenta pase
te pido Dios, apenado,
que nos devuelvas mejores,
como nos habías soñado.
Mario Benedetti
Es necesario, completamente necesario, que abandonemos lo que antes de este encierro nos lastraba. Es necesario, por ejemplo, que abandonemos en el puerto la desidia. Ese arrastrarse por la vida como un caracol, con cara de "estoy de lunes"; esa inercia gris, el absurdo de pintar nuestros días sin color, ese "matar el tiempo", ese "¿Qué se le va a hacer? Es lo que hay". Es necesario desterrar la desidia porque ya todo lo que nos rodee, todo será un milagro.
Es necesario, por ejemplo, que abandonemos en el puerto la envidia, monstruo absurdo. Ese compararse con otros y sentirse menos o sentirse más, no sé, ya no pega, ya no es de este mundo. Pertenece a aquellos hombres y mujeres que existieron antes, en ese tiempo tan lejano, el de antes de la pandemia. Es necesario desterrar la envidia porque estaremos juntos en el barco.
Es necesario, completamente necesario, que abandonemos en el puerto nuestras ropas viejas y gastadas, teñidas de rencores, descoloridas por el miedo. Son parte de otra vida. En el sitio al que vamos nos vestiremos con ropa nueva, de colores vivos y nos miraremos a los ojos sin pudor.
Y tú, mientras esperas a que el barco zarpe, piensa qué quieres abandonar en el puerto, dentro de tu maleta vieja. Porque el barco zarpará de nuevo, no lo dudes. Y tendrás que ponerte en marcha, pero caminando de otra forma.
Cuando la tormenta pase,
cuando zarpe nuestro barco
nosotros los de después,
seremos distintos, habremos cambiado.
Compasivos, más humanos,
sonrientes y cercanos.
Con brillantes ojos
y renovada alma entenderemos
y renovada alma entenderemos
que todo en este incierto mundo
nos ha sido regalado,
y como regalo sentiremos
una inmensa dicha al saborearlo.
Clementina Crol
Qué bonito poema nos has regalado Clementina!! Ojalá que esta pandemia nos haga cambiar, que nos haga valorar más lo que tenemos y lo que somos, y consigamos apartar de nuestras vidas la desidia y la envidia. Que sólo reine la sonrisa y alegría que tu rostro nos deleita cada día!!
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