El picapedrero


Cuenta la leyenda que un humilde picador de piedra vivía resignado en su pobreza, aunque siempre anhelaba con deseo convertirse en un hombre rico y poderoso. Un buen día expresó en voz alta su deseo y cuál fue su sorpresa cuando vio que éste se había hecho realidad: se había convertido en un rico mercader.

Esto le hizo muy feliz hasta el día que conoció a un hombre aún más rico y poderoso que él. Entonces pidió de nuevo ser así y su deseo le fue también concedido. Al poco tiempo se cercioró de que debido a su condición se había creado muchos enemigos y sintió miedo.

Cuando vio cómo un feroz samurai resolvía las divergencias con sus enemigos, pensó que el manejo magistral de un arte de combate le garantizaría la paz y la indestructibilidad. Así que quiso convertirse en un respetado samurai y así fue.

Sin embargo, aún siendo un temido guerrero, sus enemigos habían aumentado en número y peligrosidad. Un día se sorprendió mirando al sol desde la seguridad de la ventana de su casa y pensó: "él sí que es superior, ya que nadie puede hacerle daño y siempre está por encima de todas las cosas. ¡Quiero ser el sol!".

Cuando logró su propósito, tuvo la mala suerte de que una nube se interpuso en su camino entorpeciendo su visión y pensó que la nube era realmente poderosa y así era como realmente le gustaría ser.

Así, se convirtió en nube, pero al ver cómo el viento le arrastraba con su fuerza, la desilusión fue insoportable. Entonces decidió que quería ser viento. Cuando fue viento, observó que aunque soplaba con gran fuerza a una roca, ésta no se movía y pensó: ¡ella sí que es realmente fuerte: quiero ser una roca! Al convertirse en roca se sintió invencible porque creía que no existía nada más fuerte que él en todo el universo.

Pero cuál fue su sorpresa cuando 
la roca sintió el ruido acompasado de un martillo hundiendo el cincel en su duro corazón. La roca estaba siendo alterada... y a su lado se encontraba nada más ni nada menos, que la figura diminuta de un picapedrero...

Cuento de la cultura popular china. Extraido del blog http://cuentossabios.blogspot.com/

                                                                        Foto extraída de Pixabay en Pexels

Anhelos. Vivimos inmersos en anhelos, que no son sino imaginar que el futuro es una obra de arte, y que el presente no es más que un boceto. Miramos al cielo y pensamos que cuando consigamos más dinero, más tiempo, más experiencia, más salud, más... nuestra vida será plena y ya no habrá dolor en nuestros huesos. Nos sentimos humildes picapedreros deseando ser ricos mercaderes. Y eso nos lleva a arrastrarnos por nuestro lunes y martes como si fuéramos la sombra de nosotros mismos.
Sin embargo... es maravilloso tener anhelos. La misma palabra "anhelo" es bonita ¿no crees? A mí me suena a la primera cucharada de ese tocino de cielo que hace tanto tiempo que no disfruto. Anhelo es promesa, es una bolsa de tela llena de sueños por cumplir, es entusiasmo, una energía que inunda como hoguera todos mis movimientos. Sin anhelos no seríamos más que algas que flotan en un estanque olvidado. 
¿Entonces, anhelos sí, o anhelos no? La respuesta para mí es... Equilibrio, que significa amar tu pasado, tu rutina y tus sueños. Abrazarlos como si fueran tus hijos, a los que aceptas y miras con infinita ternura. Tan dañino es despreciar a uno como a otro. 
Tu Pasado es un carro de supermercado repleto de juventud, de recuerdos luminosos, de remordimientos y fantasmas. A veces se viste de nostalgia y es entonces cuando pudiera parecer que vale mucho más que tus otros hijos. Pero no es así. Tu hijo Pasado es grande y merece tu admiración y tu respeto. Pero no lo eleves como si fuera lo único brillante, pues tú eres mucho más, hay mucho más. 
Ama también tu Presente, tu rutina, que significa contemplar tu lunes con cariño, agradeciendo que está ahí y que es parte de ti. Amar la rutina es sentir dicha cuando esperas en el andén de metro, o metido en el coche o cuando cocinas lentejas. Pues tu hija rutina también merece tu mirada y tu aliento. Sin duda, es una obra de arte, así que, límpiale las telarañas de una vez y sorpréndete embelesado ante su belleza. 
El tercer hijo es el Futuro, una montaña llena de verdes, amarillos y rojos y sol brillante que ilumina tus huecos. A veces se viste de libertad y es entonces cuando pudiera parecer que es el que más vale de todos. Mas no es así. Sin duda, se trata de un hijo al que tienes que envolver en una toalla después del baño y escuchar con atención, pero recuerda, no es el único.
Nostalgias, rutinas y anhelos se entremezclan en este velero en el que todos viajamos. Hoy te propongo ser picapedrero, rico mercader, samurai, sol, nube, viento, piedra, que ames tu estela y tu horizonte y por supuesto, que abraces con deleite los minutos que un día cualquiera te ofrece la vida. 



Comentarios

  1. Espectacular!! Mi querida Clementina cuando escribes dejas a un lado tu papel de picapedrera y te conviertes en viento fresco, fuego, alegría. No lo dejes nunca por favor que tus palabras son nuestro único anhelo!

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    1. Seguro que tienes muchos más anhelos que mis palabras!!! De hecho, creo que ellas, mis palabras, son tan solo una compañeras de viaje. Tus anhelos van mucho más allá. Se encuentran en la libertad de las montañas, en la frescura de las cascadas y en la grandeza tu alma. Clementinacrol.

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