El halcón que no volaba

Cuenta una leyenda oriental que hubo un rey que recibió como obsequio dos pichones de halcón y los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara. Pasados unos meses, el instructor comunicó al rey que uno de los halcones estaba perfectamente educado, pero no sabía lo que le sucedía al otro; no se había movido de la rama desde el día de su llegada a palacio, a tal punto que había que llevarle el alimento hasta allí.

El rey mandó a llamar sanadores de todo tipo, pero nadie pudo hacer volar al ave. Encargó entonces la misión a miembros de la corte, pero nada sucedió. Por la ventana de sus habitaciones, el monarca podía ver que el pájaro continuaba inmóvil. Difundió al final el problema entre todos sus súbditos, y, a la mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente en los jardines. "Traedme al autor de ese milagro", dijo. Enseguida le presentaron a un campesino.

«¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres mago, acaso?».

Entre feliz e intimidado, el hombrecito solo explicó:

«No fue difícil, su Alteza: sólo corté la rama. El pájaro se dio cuenta de que tenía alas y se largó a volar»


                               Foto de Tim Mossholder en Pexels

Dar más de lo que estamos dando, ofrecer al mundo algo que ... no sé... permanece dormido en algún sitio. Ofrecer nuestro vuelo eterno de halcón. No es la rama donde tienes que estar. Sin embargo te quedas en ella, año tras año, por miedo a que en tu vida se rompa algo. Y sigues danzando al son de otros y, con el tiempo, esas ganas de jugar que tenías, desaparecen y un vacío enorme impregna tu alma. 

No es la rama tu morada sino el rojizo horizonte, allí donde otros halcones celebran el cielo. ¿Cómo puede ser que te hayas quedado largo tiempo ahí, dejando tanto otoño suelto? Mi rama, lo reconozco, es el miedo a romper mi imagen de perfección en el espejo, forjada durante años. En la rama permanezco oculta; puedo incluso mantener mi elegancia si alguien mira. En la rama no me expongo al fracaso pues lo único que necesito es agarrarme fuertemente a ella, para no caerme. Mas la vida no es agarrarse fuertemente a nada, porque entonces duele. A mí ya me empieza a doler. Me he agarrado demasiado fuerte y la imagen se resquebraja.

Ahora ¿quién va a cortar la rama? ¿quién va a romper mi espejo? Hace falta un esfuerzo desmesurado para dejar de hacer lo que siempre hiciste y dormir bajo las estrellas. Nos hemos acostumbrado demasiado a todo, a todo. Y sin embargo, sé que no es la rama el destino y que llegará el momento en el que ofreceremos, por fin, nuestro vuelo al mundo.









Comentarios

  1. Me ha encantado!!! La historia y la reflexión. Sin duda, tienes un talento, que aunque hayas sacado demasiado tarde a la luz, estoy segura que ya nunca esconderás.
    Sobre lo que has escrito me parece que tienes mucha razón: si siempre te quedas en tu rama, nunca conocerás gente nueva, te quedarán muchos paisajes y lugares diferentes que ver, nunca descubrirás nuevas sensaciones, olores o sabores, tus talentos desconocidos siempre se quedarán guardados en el alma...En general, no viviremos y disfrutaremos la vida tan maravillosa en la que estamos. Que el miedo a equivocarnos se esfume, ya que si no tuviésemos una piedra con la que siempre nos tropezamos, nunca llegaríamos a esforzarnos por una cosa que en verdad queremos. Nos faltarían retos que proponernos, nuevas victorias en las que realmente nos sintamos orgullosos de nosotros mismos.
    ¿Y por qué no romper nosotros la rama?¿Acaso es tan difícil? Que el halcón que llevamos dentro por fin despliegue las alas y vuele, muy alto, aunque la luna se cubra de negro alguna noche. Que tengamos el valor de apartar la piedra que siempre se interpone en nuestro camino. Cualquier persona está a tiempo de romper esa rama, ¿por qué no intentarlo?
    Si nadie es perfecto, ¿por qué tener que esconder los errores que cada vez nos van haciendo más pequeños?
    Ya es hora de actuar. Es el momento de vivir la única vida que tenemos.
    Clementina, te pido que nunca dejes de escribir. 😘❤️

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Cómo te agradezco este comentario tan bonito! me quedo con una de tus preguntas: ¿Por qué tener que esconder los errores que cada vez nos van haciendo más pequeños? Escondemos nuestros errores por miedo a que los demás no nos acepten, por miedo a la soledad. Pero no nos damos cuenta de que son precisamente esos errores los que nos hacen más humanos y, por lo tanto, los que nos acercan al resto de personas. Mostrar más nuestra vulnerabilidad hace que conectemos con los demás. Las muñecas perfectas de porcelana no inspiran amor. Dejemos de escondernos de los demás y de nosotros mismos. Aceptemos nuestra sombra y abracémosla, porque es un trocito nuestro. Nadie nos pide que seamos perfectos, que saquemos un 10 en todo. Eres maravillosa de todas formas.

      Eliminar

Publicar un comentario