-¿Acaso no se ve mi identidad limitada por mi experiencia?
-No. Se ve limitada por su interpretación de su experiencia. Su identidad no es más que las decisiones que ha tomado acerca de quién es usted y con qué ha decidido fusionarse. Cada cual se convierte en las etiquetas que él mismo se pone. La forma en que uno define su propia identidad, es lo que define su vida.
Usted y yo necesitamos ampliar nuestro punto de vista sobre quienes somos. Necesitamos estar seguros de que las etiquetas que nos ponemos a nosotros mismos no constituyen límites, sino estímulos que añadimos a todo aquello que ya hay de bueno dentro de nosotros mismos, porque aquello con lo que empecemos a identificarnos será aquello en lo que nos convirtamos. Ese es el poder de creer.
Extracto del libro Controle su destino, de Anthony Robbins.
Foto de Charlie CT en Pexels
No vives en un país, ni en una ciudad. No vives en una casa. Vives dentro de una caja de paredes de ladrillo que has construido tú, o más concretamente, tu cerebro. Vives en la caja de tu identidad. Los ladrillos de esa caja son las interpretaciones que has hecho de lo que te ha pasado en la vida. Esto es fácil de entender: Si de pequeña escuché que me decían varias veces "Qué inteligente eres", la caja de mi identidad posiblemente tenga un ladrillo que dice "Soy inteligente". Si, por el contrario, notaba que me miraban como si fuera una inútil, yo quizás he añadido a mi caja el ladrillo "Soy inútil". Y así con cada experiencia. La probabilidad de que algo se convierta en un ladrillo de mi identidad depende 1-de la edad que tenía cuando ocurrió el hecho, 2-de la intensidad de mis emociones cuando ocurrió y 3-de la duración del hecho o su repetición en el tiempo. A menor edad, mayor intensidad de las emociones y mayor duración, más probabilidad había de que el ladrillo se colocara en las paredes de mi caja. Pero eso ya lo sabías ¿verdad?
Te propongo que saques a la luz de tu conciencia esa caja dentro de la cual vives hoy. Para ello, debes respirar hondo, conectar con tu corazón y responder a la pregunta "¿Quién soy?" Seguramente, la primera y más fácil respuesta para ti será decir lo que has estudiado, en qué trabajas o trabajaste, de qué provincia eres y algún dato más de esos que se ponen en los currículums. Sin embargo, lo que ahora interesa no es eso, sino quién eres de verdad o mejor dicho, quién crees que eres de verdad. Puedes definirte con adjetivos o quizás alguna metáfora, alguna imagen que te venga. Es importante escribirlo, para que los pensamientos que surjan, no sean como pompas de jabón que explotan en cuanto las tocas. Responde entonces ¿Quién eres hoy? ¿Qué etiquetas te has puesto? ¿Qué ladrillos forman las paredes de tu caja?
Una vez hecho esto, te darás cuenta de que tienes ladrillos que...
te dan energía,
abren tus alas,
ponen brillo en tus ojos...
y también ladrillos que...
te restan energía,
hacen que te encojas como uva pasa,
te convierten en muñeca de trapo.
Y ahora viene la gran noticia: los ladrillos de tu identidad no están pegados con cemento irrompible. Tan solo están unidos por tus pensamientos, esas entidades difuminadas que no paran de surgir en tu cabeza. ¿No te apetecería romper algunos ladrillos y ampliar tu caja? A mí sí, desde luego.
Para ello, el primer ingrediente de la fórmula es sencillamente, creer que puedes. Después, localiza los ladrillos que te limitan y rómpelos con un martillo 🔨, así, con fuerza. Hecho esto, es necesario darse un agradable paseo hasta el almacén de ladrillos, que dispone de todas las cualidades y metáforas posibles. Busca aquéllas que te quieras llevar a casa. Te advierto que encontrarás algunas maravillosas, como por ejemplo:
Soy un corazón de puertas abiertas.
Soy creadora de posibilidades.
Soy fortaleza.
Soy un hada de la alegría.
Soy un rayo de luz.
Soy un aprendiz de la vida.
Soy valiente.
Soy ...
Cuando saques los ladrillos del almacén, no olvides ponerle el importantísimo sello "Soy". Si no, nunca serán tuyos.
Ya en casa, coloca tus nuevos ladrillos. Al principio a tu cerebro, acostumbrado a las paredes de antes, le resultará raro. No importa. Vístete con ellos cada día y cada noche y confía en que la nueva pared está surgiendo. Pronto te darás cuenta de que es una pared iluminada por el sol, con perfume a magia y construida conscientemente solo por ti. Esa nueva caja será mucho más amplia que la de antes y, a partir de ahora, no estará cerrada nunca más, pues tendrá una ventana enorme desde la que, siempre que quieras, podrás ofrecer tu regalo al mundo.
Adjunto una Ted Talk muy bonita sobre el sentido de saber Quién Soy:
Me encanta tu enfoque. Ladrillos y paredes. Lo mejor, que puedes reconstruirte las veces que necesites. Con cada aprendizaje y con cada experiencia. Excelente post! Muchas gracias
ResponderEliminarMuchas gracias Ana. Me encanta creer que de la tosca piedra que somos, puede salir una bella escultura. Solo es cuestión de dar pequeños pasos para ir acercándonos a la joya que tenemos dentro y que tanto tapamos.
ResponderEliminar