Una roca en mi tablero

En un reino lejano, hubo una vez un rey que colocó una gran roca en medio del camino principal de entrada al reino, obstaculizando el paso. Luego se escondió para ver si alguien la retiraba.

Los comerciantes más adinerados del reino y algunos cortesanos que pasaron, simplemente rodearon la roca. Muchos de ellos se quedaron un rato delante de la roca quejándose, y culparon al rey de no mantener los caminos despejados, pero ninguno hizo nada para retirar el obstáculo.

Entonces llegó un campesino que llevaba una carga de verduras. La dejó en el suelo y estudió la roca en el camino observándola. Intentó mover la roca empujándola y haciendo palanca con una rama de madera que encontró a un lado del camino. Después de empujar y fatigarse mucho, finalmente logró apartar la roca.  Mientras recogía su carga, encontró una bolsa, justo en el lugar donde había estado la roca. La bolsa contenía una buena cantidad de monedas de oro y una nota del rey, indicando que esa era la recompensa para quien despejara el camino.

El campesino aprendió lo que los otros nunca aprendieron:

Cada obstáculo superado es una oportunidad para mejorar la propia condición. 

Cuento anónimo extraído del blog https://psicologia-estrategica.com


Foto de Ylanite Koppens en Pexels


La vida nos pone a jugar y, en alguna casilla, súbitamente, nos encontramos con una roca. Ante esto, unos jugamos de una manera y otros de otra.

Al ver la roca, unos jugamos a cerrar los ojos, o a mirar hacia otra parte; quizás intentamos distraernos contemplando el precioso paisaje que nos rodea, creyendo que así, la roca desaparecerá de aburrimiento. Y pasamos a su lado de hurtadillas como si nada, avanzando a la siguiente casilla. Interesante esta técnica de tapar la herida para no verla. No nos damos cuenta de que hacer esto es como hundir en el agua una pelota con todas nuestras fuerzas. Cuando nos cansamos, la pelota sale despedida hacia arriba con inmensa potencia. En este juego, tapamos nuestras miserias con pastillas o con alcohol. O viendo la tele o estando ocupadísimos. Y así conseguimos esconder nuestra ira, tristeza, o miedo, y hacer como si no pasara nada. "Todo está bien"- nos decimos. El problema de esta técnica es que, al ir avanzando casilla a casilla, ¡de repente! nos encontramos con que la roca de la casilla 6, aparece de nuevo en la 15 pero ahora convertida en montaña, y que esas emociones molestas que tapábamos con esmero, vuelven disfrazadas de depresión, de úlcera o de cualquier otra enfermedad innombrable. ¿Cómo acabará este juego?

Al ver la roca, otros juegan a quejarse y culpar a otros, mientras se acurrucan en su sofá comiendo helado. Desde lo alto de su castillo culpan al mundo, a los políticos, a su suegra, a sus padres. Da igual. Que sepas que, si quieres seguir esta estrategia, la clave está en no asumir ni una brizna de responsabilidad. Y así, me convierto en una víctima inocente de todo el mal que me rodea y pienso "qué injusticia, con lo bondadoso, responsable y guapo que soy yo, y el mundo se pone en mi contra". Para estos jugadores, el tablero es una continua sucesión de desastres y dramas, y por ello, se arrastran casilla a casilla cada vez más solos, pues nadie desea estar cerca de un lánguido jugador que mira a otros con desconfianza. 

En fin, creo que para llegar a la casilla final con fuerza y alegría, necesitas otra estrategia: cuando te encuentres con la roca en la casilla 6, mírala de frente, siéntela en tu cuerpo, acepta que está ahí y luego, bien con tus manos, bien con una palanca o bien pidiendo ayuda al resto de jugadores, sácala de tu camino. Cuesta, claro que sí. Y puede que por un rato corto te abandones a las lágrimas. Eso está bien. Además, al principio verás que los jugadores que siguen las primeras estrategias avanzan más rápido. Pero, date cuenta, ellos no reciben la recompensa que esconde esa casilla 6, que no es sino un oportuno aprendizaje que llevarás en tu mochila a partir de ahora. Así, cuando te encuentres con otra roca en la casilla 15, aprovecharás tu aprendizaje para retirarla y de esta manera, llegarás a la casilla final con energía, luz, y acompañado de tantos jugadores a los que habrás ayudado a lo largo del juego.

La vida nos pone a jugar y, en alguna casilla, súbitamente, nos encontramos con una roca. A ti te toca decidir qué estrategia vas a utilizar a partir de ahora. Y recuerda, debajo de cada roca hay una bolsa llena de monedas de oro.

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