Lo que te dicen, lo que te crees

Otra forma de hablar con nosotros mismos y con los demás bastante frecuente que debemos reconsiderar son los pensamientos automáticos y las declaraciones dogmáticas negativas, basadas en su mayoría en generalizaciones irreflexivas erróneas. (...) Hay tres creencias que a menudo impregnan estos dogmatismos fatalistas. Una es que a los seres humanos "¡no hay por donde cogerlos!". La idea de que somos egoístas por naturaleza ha sido promulgada por numerosos pensadores durante por lo menos tres milenios. Como consecuencia, la popularidad del "Piensa mal y acertarás" sigue vigente. Sin embargo, la realidad es que cualquiera que observe sosegadamente a las personas de la comunidad en la que vive, no tendrá más remedio que reconocer que la gran mayoría es pacífica, solidaria y posee un buen sentido de la justicia. Otra creencia bastante extendida sostiene que la humanidad va de mal en peor, por lo que presenta una visión siniestra del futuro. De ahí la afirmación de que "Cualquier tiempo pasado fue mejor". Quienes refrendan este tipo de aserciones ignoran los impresionantes avances logrados por la humanidad en todos los campos. Curiosamente, cuando se pregunta a esas mismas personas si hubiesen preferido nacer hace cien años, la respuesta es un rotundo "¡No!". Pienso que un breve repaso a nuestra historia es el mejor antídoto contra esa nostalgia. La tercera declaración automática sin base alguna en la realidad es que los seres humanos somos desdichados por definición. Esta idea a menudo se sustenta en las desgracias que anuncian sin cesar los medios de comunicación, pero choca con cientos de estudios donde se demuestra que, en condiciones normales, alrededor del 80 por ciento de las personas se sienten satisfechas con la vida en general. (...) Aparte del impacto desmoralizador que puedan tener en nuestros interlocutores, estas afirmaciones fatalistas instintivas moldean negativamente nuestro propio estado de ánimo y nos roban ilusión.

Dr. Luis Rojas Marcos del libro "Somos lo que hablamos".



Foto de Ekrulila en Pexels

El mundo está cada día peor y somos malvados. Lo sé. Lo dicen continuamente en el telediario de las 9 de la noche. Estamos rodeados de políticos corruptos, de maridos que matan a sus mujeres, de egoístas y locos, de incendios y bombas. Estamos rodeados de información oscura acerca de la humanidad. Por eso, cuando somos testigos de un acto de generosidad, desconfiamos. La información que nos inoculan cada día nos encoge; consigue que caminemos con la cabeza gacha, mirando sin ver las baldosas del suelo, y sin levantar nuestra mirada hacia los majestuosos jardines. Y a los que proclamamos que las personas son buenas por naturaleza y que la humanidad ha evolucionado y sigue haciéndolo, nos colocan la etiqueta de "ingenuos". 

Hoy quiero contarte que nuestra mente dispone de un atajo llamado "heurística de disponibilidad", que significa que los sucesos que con más facilidad recordamos, creemos que son los más probables. Y los sucesos que mejor recordamos no son los objetivamente más probables, sino los que se nos han presentado un día tras otro de manera viva y convincente. Y por ello, como autómatas, creemos que es más probable la violencia que la paz, la oscuridad que la luz, las heridas que las sonrisas. Solo porque lo vemos en las noticias. 

Igual que se nos hace creer que el mundo está cada día peor y que somos malvados, quizás también se nos ha hecho creer que somos mucho más pequeños de lo que realmente somos. Quizás el mensaje que nos estén mandando sea: "Eres mediocre así que confórmate. No sueñes, no cambies, no hagas nada que ponga en peligro tu estabilidad. No hables alto. No sientas." ¿Y si todo eso fuera mentira? ¿Y si resulta que somos más poderosos de lo que creemos? A estas alturas no sé qué es verdad y qué es mentira, así que dudo de todo y también me lo creo todo. Pensareis que eso es como navegar en un pequeño velero sin velas, a merced de las mareas. Pero prefiero viajar así, que agarrada a un ancla que atenaza mi alma y me rodea de desesperanza. 

Prefiero creer que el ser humano de hoy es más elevado, amoroso y compasivo que el de hace cien años. Que nos rodean las personas buenas y con buenas intenciones. Que aquellos que causan dolor no son crueles sino ignorantes. Así que me da igual lo que me digas y lo que grite día tras día el telediario de las 9 de la noche. Yo voy a seguir creyendo que eres Grande y Luminoso. Y que todos los somos.

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