Primer rasgo de las personas creativas: experimentar el silencio

Primer rasgo de las personas más creativas: Son capaces de establecer contacto con el silencio y disfrutarlo.

Dedica algún tiempo al día a experimentar el silencio. Es un tiempo para existir, simplemente, pero su misma simplicidad puede convertirlo en el periodo más importante de tu vida. El silencio es una mercancía preciosa, sobre todo en el bullicio de la sociedad moderna. En un mundo que está más que un poquito loco, hallar el núcleo de silencio es como reconquistar la fortaleza de cordura y paz. La mente se reabastece en el silencio. Si en tu vida domina sólo la actividad, gastas más energías de las que ganas; el ritmo más básico de la naturaleza (actividad y descanso) se desvía demasiado en una sola dirección. 

El silencio es el gran maestro; para aprender sus lecciones debes prestarle atención. No hay sustituto para la inspiración creativa, el conocimiento y la estabilidad que brinda el saber cómo ponerse en contacto con el núcleo de silencio interior. El gran poeta sufí Rumi escribía: "Deja sólo que las aguas agitadas se calmen; el Sol y la Luna se reflejarán en la superficie de tu Ser".

Deepak Chopra. Libro: Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo.



Foto de Elina Fairytale en Pexels

Querida Mente: 

Sé que te resistes a quedarte un rato en silencio sin hacer nada, que te parece una pérdida de tiempo, que tienes cosas mucho más interesantes o necesarias que hacer en tu vida. Sé que te resistes y así me lo haces saber cada día, cuando me siento en el zafu con los ojos cerrados, simplemente respirando. Lo sé y, a pesar de todo, sigo haciéndolo. El primer motivo que tengo es que, desde que paro y escucho el silencio, soy más feliz. Tal cual. Porque me comparo menos, porque me obsesiono menos, porque valoro más a las personas que me rodean, porque me valoro más a mí misma, porque me siento más serena, por... Son tantas las cosas que me ha aportado el sentarme un rato con los ojos cerrados, que podría escribir un libro entero. Además, querida Mente, gracias a ese sencillo gesto diario, te conozco cada vez más. He aprendido a leer las palabras que me mandas y lo que me hacen sentir. Y al observar cada uno de tus mensajes, puedo escribirlos en el papel y darme cuenta de que algunos son como esas antiguas cartas amarillentas que duermen desde hace años en el altillo y que, al igual que ellas, ya no me sirven. 

Sentarme en silencio cada día es por tanto, querida Mente, limpiarte con agua y jabón; es recolocar tus objetos y sacar la basura; es prestarte atención y cuidarte. De esa forma lucirás brillante y perfumada y serás capaz de alcanzar cimas antes inimaginables. ¿Ahora lo entiendes un poco más? 

Un fuerte abrazo de,

Clementina.


Queridos lectores:

Os reto a que practiquéis, al menos durante esta semana, el primer rasgo de la gente creativa. A ver qué pasa. 

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