Perdí mi sonrisa pero no te preocupes

Todas las mañanas al despertar tenemos por delante veinticuatro horas inéditas. ¡Qué magnífico regalo! Además, somos capaces de vivir de tal manera que esas veinticuatro horas nos den y den a los demás, paz, alegría y felicidad. 

La paz está presente aquí y ahora, en nosotros y en todo lo que hacemos y vemos. Lo que no está tan claro es si estamos realmente en contacto con ella. No tenemos que viajar lejos para alegrarnos por el azul del cielo. No tenemos que salir de la ciudad ni del barrio en que vivimos para alegrarnos con la mirada de un hermoso niño. Hasta el aire que respiramos puede ser un motivo de alegría.

Podemos sonreír, respirar, caminar y comer de tal manera que nos permita contactarnos con la enorme felicidad que tenemos a la mano.

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Perdí mi sonrisa

pero no te preocupes

El diente de léon la tiene.

Si sientes que has perdido tu sonrisa, pero de todos modos te das cuenta de que un diente de león te la está guardando, no tienes de qué alarmarte. Tienes la presencia necesaria para entender que la sonrisa sigue estando allí. Basta con respirar conscientemente una o dos veces para recuperarla. El diente de león es un amigo más. Está cerca de ti, muy fiel, guardándote la sonrisa.

En realidad, todo lo que te rodea guarda tu sonrisa. No tienes por qué sentirte solo. 

Thich Nhat Hanh. Extracto del libro "La paz está en cada paso".

El maestro zen Thich Nhat Hanh murió el 22 de enero de 2021 a los 95 años. Fue un líder espiritual global, poeta y activista por la paz conocido por sus profundas enseñanzas y sus muy populares libros sobre la paz y la práctica de la plena conciencia. Cuando Martin Luther King nominó a este amable y humilde monje para el Premio Nobel de la Paz lo calificó como «un apóstol de la paz y la no violencia». Exiliado de Vietnam durante casi cuarenta años, Thich Nhat Hanh ha sido uno de los primeros maestros en traer a Occidente las enseñanzas del budismo y de la plena conciencia (mindfulness) y en establecer una comunidad que practica un budismo comprometido y del siglo XXI.


Tan fácil y tan a mano como la respiración. Tan fácil y tan a mano como nuestro cuerpo. Tan fácil y tan a mano como nuestra sonrisa. Es todo tan fácil que resulta abrumador darse cuenta de lo perdidos que estamos al empeñarnos en llenar un vacío que no existe, con atavíos que nos constriñen. Tanta preocupación y desvelo ¿para qué? Nos complicamos la vida a cada paso, cuando la vida solo nos pide que mantengamos la paz en nuestra alma y que llevemos esa paz al mundo. ¿Os
habéis fijado en la sonrisa de Thich Nhat Hanh? Es serena, amplia, honesta. Yo quiero una sonrisa así, me la pido. Pues desprende algo que a muchos nos falta en esta pomposa vida que llevamos. Desprende la sencillez de una margarita, la calidez de un guiso de madre, la cercanía de un abrazo, la sinceridad de la lluvia un día de verano. No espera nada, ningún resultado ni recompensa, pues todo lo tiene ya dentro de sí. Un armario repleto de paz y de infinitas sonrisas.

A veces, un día cualquiera, pierdo la sonrisa. Y es entonces cuando me obligo a respirar profundamente, una, dos, tres veces y a llenarme de gratitud por las pequeñas y grandes estrellas que me rodean. Es impresionante cómo tomar conciencia y dar las gracias, puede sanar un corazón triste. ¡Lo habréis oído tantas veces! Pero os digo que funciona. De repente, te ves dando las gracias por la pasta de dientes. O por la suerte que tienes de contar con tus pies. Te ves dando las gracias por la sonrisa del otro. Y por el pan del desayuno. Y, de repente, todo ese mal humor que como nubarrón te obnubilaba la vida, se va disipando, deshaciendo y consigues volver a ti, y darte cuenta de que tu sonrisa no se había marchado. Simplemente, te la estaba guardando el diente de león. 

Tan fácil y tan a mano. No tenemos que irnos a ningún sitio, ni comprar nada, ni hacer nada, pues todo ya está aquí.


Foto de Matthias Zomer en Pexels

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