Dos amigos se reunieron para comer y antes uno de ellos pasó por el quiosco a comprar el periódico. Éste saludó amablemente al vendedor. El quiosquero, en cambio, respondió con malos modales y muy desconsiderado, y le lanzó el periódico de mala manera. El comprador, en cambio, sonrió amablemente y pausadamente deseó al quiosquero que pasara un buen día, dándole las gracias por su servicio.
Los dos amigos continuaron el camino y cuando ya estaban alejados del quiosco, el otro amigo le dijo:
– Oye ¿Este hombre siempre te trata así?
– Sí, por desgracia – le dijo el amigo.
– ¿Y tú siempre te muestras con él tan educado y amable?
– Sí, así es.
– Y ¿me quieres decir por qué tú eres tan amable con él, cuando él es tan antipático contigo?
El amigo le contestó: es bien fácil. Porque yo no quiero que sea él quien decida cómo me he de comportar yo.
Fuente: autor desconocido.
Foto de Min Thein en Pexels
A veces soy como esas hojas secas que arrastra el viento del otoño: avanzan, se detienen, vuelven, dan vueltas en remolino, pero nunca son ellas las que deciden dónde ir. Es el viento el jefe. A veces siento que salto o lloro al son de una melodía que no es la que yo he elegido. Y al mirar los rostros que me rodean, me invento una historia que me hace daño, una historia que es solo mía. En realidad no es mía sino de mi tortuosa mente, que me invita a desconfiar de todos, incluso de mí misma.
Si me gritas y yo te devuelvo el grito, si tu desconfianza hace que yo también desconfíe, si tu pasividad hace que yo sea pasiva, ¿quién está decidiendo mi vida? ¿No es triste estar continuamente en manos de otros, como si fuéramos títeres? Y ni siquiera nos damos cuenta pues seguimos reaccionando ante cualquier estímulo como ratoncillos de laboratorio.
Esas cuerdas de títere que nos manejan a su antojo, date cuenta, las hemos fabricado con nuestras propias manos. Mira hacia arriba y observa quién te está dominando. A veces será el quiosquero, otras veces el conductor que va delante de ti y que consigue llenarte de veneno; o esa persona que te saca de quicio desde hace tiempo. Obsérvalos, obsérvate cuando estás con ellos y decide quitarles el poder que tienen sobre ti. Así, poco a poco, se irán deshaciendo las cuerdas que te oprimen. Sigue mirando arriba. ¿No ves quién está por encima de conductores, quiosqueros, vecinos, es decir, de todos aquellos que te dominan con sus gestos? Ahí, con su sarcástica sonrisa, está tu pequeño yo, llamado ego, que lo único que desea es que te mantengas dentro de una estrecha caja y no mires más allá de tus ojos miopes. Y para ello inventa historias sin parar.
Sigue mirando un poco más arriba pues allí, muy cerca, rodeándote con su susurro, hay algo más. Es tu Ser, ese que aparece en momentos de auténtica paz, ese que solo conoce el Amor y que se funde con el mar una mañana de abril. Ese Ser está por encima de cuerdas, títeres, gritos y llantos, pues todo está impregnado de Él. Lo único que tienes que hacer para sentirlo es parar, respirar y sonreír. Lo único que tienes que hacer es confiar en Él, pues solo así se desplegarán tus dormidas alas y podrás ser auténticamente libre.
P.d.- Dedicado a Paula. Gracias por descubrirme el texto objeto de esta entrada. Gracias sobre todo por ayudarme, lunes tras lunes, a escuchar el silencio, que es donde vive mi Ser.
Y no hay que olvidar que al final, cada uno da lo que tiene. Personas con frustración y mediocridad en su interior, será lo que sepan dar. Personas con riqueza, generosidad, bondad, etc., lo darán a espuertas.
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Completamente de acuerdo LIG. Por eso es importante cuidar tu jardín interior para poder llevar al mundo cada vez más luz. ClementinaCrol.
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