La Leyenda de los Ahoras

 

Cuenta una leyenda universal que, hace muchas épocas, las personas eran animales simbióticos: iban siempre acompañadas de un pájaro diminuto, de plumaje brillante y canto melódico y como un susurro. Se llamaba Ahora.

Los Ahoras acompañaban a los humanos día y noche, revoloteando por sus cabezas en silencio, y eran pajaritos muy sabios y sencillos. Cada vez que sus simbiontes contemplaban un paisaje hermoso, miraban a alguien a los ojos, o vivían cualquiera de esos mágicos eventos que suelen discriminarse solo por ser cotidianos, el Ahora les daba un pequeño picotazo en la cabeza y cantaba; entonces las personas tenían un Momento de Consciencia. Vivían el presente con más nitidez y eran felices. De hecho, los Ahoras se alimentaban de las emociones que se desprendían de estos momentos, y de ahí la simbiosis.

Había gente que se hacía muy amiga de sus Ahoras y estos les daban Momentos de Consciencia a cada instante. Sin embargo, algo ocurrió. Llegó un punto en que, por motivos siniestros, la gente empezó a establecer relaciones con otras dos aves, una de plumaje negro y otra blanco: se llamaban Antes y Después, y poco a poco, los Ahoras fueron muriendo, la magia de los pequeños detalles desapareció, y los Momentos de Consciencia se perdieron para siempre.

Mas este no es el final de la historia, pues la leyenda asegura que los hermosos Ahoras, aunque ya no puedan volar ni picarnos, siguen viviendo en el alma de cada uno de nosotros, esperando que retomemos la simbiosis y podamos ver la magia de nuevo. Incluso dicen algunos que… si cierras los ojos, respiras hondo y sonríes, podrás sentir, en el corazón y en la mente, el canto y el picotazo del Ahora, y al volver a abrirlos el mundo será brillante.

Autor: Óscar Sorialez (La Leyenda de los Ahoras – LOS AHORAS)



Foto de Aaron J Hill en Pexels

Se va acercando el verano, época ideal para poner en práctica hábitos que nos van a hacer más felices pero que en el atropellado día a día no podemos ni considerar, esclavos del reloj. Uno de esos hábitos, dicen los sabios, es centrar nuestra mente en el Ahora, que es lo único que en realidad existe. ¿Habéis escuchado? El presente es lo único que existe.

Sabemos que lo que soñamos no es real, y que todas esas locas historias que vivimos cada noche solo ocurren en nuestra cabeza. Sabemos que lo que vemos en las películas no es real, pues se trata de actores y actrices que han ensayado un papel. Pero ¿Cómo sabemos que lo que pasó ayer en nuestra vida pasó de verdad? ¿no serán nuestros recuerdos simples sueños? Y aunque no lo sean ¿no es cierto que coloreamos nuestros recuerdos y los moldeamos inconscientemente? Por lo tanto, nuestro pasado no es sólido y fijo sino líquido y, en ocasiones, simple vapor. 

Si os dais cuenta, el futuro es todavía más intangible que el pasado. Ahí está nuestra mente creando historias que nunca existirán o quizás sí, pero nadie lo asegura. Esas historias están hechas de la misma sustancia que los sueños de cada noche. Intentar atrapar el futuro es como perseguir tu sombra o llenar de nubes una caja de cartón.

Y sin embargo...

Sobre nuestras cabezas revolotean esos dos pájaros del Pasado y Futuro acaparándonos con sus piruetas para hacernos creer que son lo más importante. Y lo peor de todo es que se han convertido en protagonistas de nuestros lunes, de nuestros atardeceres en la playa, de nuestras cenas con velas y de nuestros trayectos en coche. Esos dos pájaros lo han acaparado todo, todo. Si son buenos contigo, simplemente teñirán de nostalgia una tarde de domingo. Y si son crueles, harán que consumas cada vez más pastillas, pues esos pájaros son los que nos clavan las temidas ansiedad y depresión. 

Cuando me di cuenta de esto y de que la felicidad se encontraba solo en ese pájaro de plumaje brillante y canto melódico, me rodeé de personas que me descubrieran el camino para volver a encontrarlo. Y así, día a día, provoco este encuentro con mi amigo el Ahora. Es difícil después de tanto tiempo, pues mi mente es como un patio de recreo en el que hay voces que hablan muy alto. No obstante, dando un paso tras otro, perseverando, lo encuentro. Vive en el silencio del alma. Ahí donde florecen la escucha atenta, la creatividad y el sosiego; donde se aloja el infinito. Vive rodeado de un bello paisaje que habla de Amor. 

Tú también puedes encontrarlo. Tú también puedes cuidar esa amistad que antaño, cuando eras niño, llenaba tus días de color. 

Se va acercando el verano. Y ante el respiro que nos da el reloj, tu pájaro te espera.



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