A menos que una persona sea feliz porque sí, sin razón alguna, a menos que esté lo bastante loca como para ser feliz sin razón alguna, esa persona no será feliz jamás. Siempre encontrarás algo que destruya tu felicidad. Siempre te faltará algo, siempre habrá alguna ausencia. Y esa ausencia volverá a ser objeto de tus fantasías.
Alegría. Chandra Mohan Jain
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Crees que la felicidad se consigue haciendo y por eso, desde que te levantas hasta que te acuestas, te metes en la vorágine del mundo, vas de aquí para allá, haces, deshaces, te mueves hacia un lado y hacia otro. Lo importante para ti es no parar porque si te descuidas y te detienes ¡ay! tu mente loca te amenaza con sus puñales que dicen "estás perdiendo el tiempo, con todo lo que tienes que hacer". Hacer, hacer, hacer resuena como eco en las paredes de tus entrañas. Y así, llega la noche y enumeras todo lo que has hecho y te sientes satisfecho cuando ese número es elevado.
Te pones un reto, te pones muchos retos. Si tienes fuerza de voluntad consigues algunos, nunca todos, y el resto se queda ahí vagabundeando sobre tu cabeza, acusándote con su dedo y diciéndote "pedazo vago, muévete". Esos retos inacabados son como cabos sueltos que no te permiten disfrutar plenamente porque sabes que no has hecho los deberes y que el lunes vas a llegar a clase con la lección sin aprender. Y por eso no te permites jugar porque ¡sigues teniendo deberes!
¡Para! Ahora ya no hay un profesor que te vaya a poner mala nota. Ahora eres tú el único profesor y, date cuenta, es el más despiadado de todos los que has conocido, pues te pone retos imposibles que hacen que vayas con la lengua fuera todo el día.
¡Para! Puedes permitirte avanzar un poco más lento, caminar sin prisa, incluso bailar. Puedes permitirte jugar de vez en cuando, hacer lo que te apetece o no hacer nada. ¿De verdad puedo? ¡Sí! Dile a tu profesor interno que la verdadera felicidad se consigue de otra manera. Se encuentra cuando todo se serena y te conectas con algo que está en tu interior. Y aunque mires hacia fuera, también estás alumbrado por dentro. Y que los retos que te pones, esos que tanto están de moda y que sirven para presumir delante de tus amigos de todo lo que consigues, esos retos solo te nutren si los haces sosegadamente, con una sonrisa interior, conectado con el Amor.
En fin, no sé qué mente obtusa nos vendió que la felicidad se consigue "haciendo". Yo reconozco que me siento atada por cordeles invisibles que dictan todo lo que debo hacer. Y son esos cordeles los que impiden que juegue y sienta felicidad sin razón alguna; esos cordeles que hoy intento deshacer hablando con la sabia Clementina. Así que desde hoy me propongo conquistar mi libertad interna, hacer menos para empezar a Ser. Me parece que ese es el único reto que de verdad merece la pena.
Hace no mucho, Clementina, me hacías reflexionar sobre algo que, la verdad, ni me había parado a pensar. Persona como yo, que se considera reflexiva, me sentí un poco fuera de juego. Me preguntabas por cómo era mi diálogo interno.
ResponderEliminarMi respuesta ahora mismo da igual, ya la sabes tú. Pero , sin duda, tiene mucho que ver con esto que nos planteas hoy.
Desde aquella conversación que tuvimos, estoy mucho más atento, soy mucho más consciente de cómo se desarrolla mi diálogo interno.
Gracias, Clementina. Eres muy buena, eh!!
Pues fíjate que yo veo al diálogo interno como aquello que nos libera. Nos libera de nuestro momento actual. De aquello que nos encorseta en el momento actual, y qué sólo lo superamos mediante este diálogo.
EliminarInteresante reflexión, Anónimo. El diálogo interno puede ser liberador cuando el momento actual es muy doloroso y necesitamos contarnos una historia que dé sentido a ese dolor. Si la historia es convincente, podremos respirar de nuevo. No obstante, otras veces ese diálogo interno lo único que hace es añadir más sufrimiento al dolor. Eso ocurre cuando interpretamos cualquier hecho de forma negativa y narcisista tipo "yo soy la buena y los demás son los malos" y encima no dejamos de rumiar sobre lo que ellos, los malos, nos han hecho.
EliminarOtra maravillosa reflexión Clementina!! En el comienzo de la pandemia pudimos parar y descubrimos cosas maravillosas. Las hemos olvidado otra vez. Nos tenemos que repetir todos los días Para! porque es la única manera de vivir en plenitud
ResponderEliminarQuerido Anónimo:
EliminarAcabamos de empezar un nuevo curso y yo ya estoy echando en falta parar un poco, parar sin sentirme culpable. Incluso hoy, que es domingo, tengo una lista inmensa de cosas que hacer. Estamos todos en el camino. Y compartiendo nuestras debilidades y preocupaciones, ese camino cuesta mucho menos. Te pido que sigas ahí cerca, escuchando, pues con tu ayuda será mucho más fácil lidiar con mis demonios.
Me tienes enganchado a tus publicaciones!! Muchas gracias por compartir Clementina!!
ResponderEliminar¡¡No veas lo que me alegro! Seguiré compartiendo.
EliminarHola Sangani: tienes razón. Parar no es sirve para nada si tu mente está en continua ebullición y te ata. Puedes estar en movimiento y, sin embargo, serena, con la mente en calma. Esto de serenar la mente es una labor que dura toda la vida. Y el fin último es que se asome cada vez más nuestro yo auténtico, nuestro ser. Gracias a ti por tus palabras.
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