Cómo va a ser tu día hoy

 Esta mañana desperté emocionado

con todas las cosas que tengo que hacer

antes que el reloj sonara.

Tengo responsabilidades que cumplir hoy. Soy importante.

Mi trabajo es escoger qué clase de día voy a tener.

Hoy puedo quejarme porque el día está lluvioso

o puedo dar gracias a Dios porque las plantas están siendo regadas.

Hoy me puedo sentir triste porque no tengo más dinero

o puedo estar contento porque mis finanzas me empujan

a planear mis compras con inteligencia.

Hoy puedo quejarme de mi salud

o puedo regocijarme de que estoy vivo.

Hoy puedo lamentarme de todo lo que mis padres no me dieron mientras estaba creciendo

o puedo sentirme agradecido de que me permitieran haber nacido.

Hoy puedo llorar porque las rosas tienen espinas

o puedo celebrar que las espinas tienen rosas.

Hoy puedo autocompadecerme por no tener muchos amigos

o puedo emocionarme y embarcarme en la aventura de descubrir nuevas relaciones.

Hoy puedo quejarme porque tengo que ir a trabajar

o puedo gritar de alegría porque tengo un trabajo.

Hoy puedo quejarme porque tengo que ir a la escuela

o puedo abrir mi mente enérgicamente

y llenarla con nuevos y ricos conocimientos.

Hoy puedo murmurar amargamente porque tengo que hacer las labores del hogar

o puedo sentirme honrado porque tengo un techo para mi mente, cuerpo y alma.

Hoy el día se presenta ante mí esperando a que yo le dé forma y aquí estoy,

soy el escultor. Lo que suceda hoy depende de mí,

yo debo escoger qué tipo de día voy a tener.

Que tengas un gran día... a menos que tengas otros planes.


                                                                        Mario Benedetti


Foto de Hal Moran: https://www.pexels.com

Tengo en mis manos un libro llamado "21 días de actitudes positivas", creado por un grupo de personas cuyos ojos poseen un brillo único, difícil de encontrar en estos días nuestros. Este libro es una puerta abierta al optimismo, palabra adulterada porque la asociamos con los ingenuos, los cándidos, los "Flower Power". Por eso, cuando un optimista entra en la sala de reuniones, debe cambiarse el traje de colores y ponerse el del ceño fruncido y puños apretados, y fingir que el mundo es un desastre y que solo las personas serias pueden salvar de él unas pocas migajas. Sí... parece que en los trabajos no hay lugar para los alegres, los que ríen a carcajadas y dan abrazos, los que cantan en los ascensores y se asoman a la ventana para escuchar a un ruiseñor. En los trabajos debes ir con la cabeza gacha, rumiando temas muy serios que alguien, también muy serio, escribió en papeles reciclados. 

Sí...parece que el mundo es de aquellos que, nada más despertarse, leen noticias sobre hecatombes y políticos corruptos, y que se envenenan día a día metidos en el coche, enfureciéndose con el conductor de delante, que va demasiado lento, o demasiado rápido o demasiado lo que sea. Porque lo que el otro hace siempre es "demasiado" y lo de ellos siempre es lo correcto, y que el mundo está fatal, y que solo ellos saben. Así piensan los hombres y mujeres con sombrero, que inevitablemente visten solemnes de gris, negro o marrón y que solo hablan de criptomonedas y del Ibex 35.

Sin embargo, de repente, me encuentro por la calle o en el pasillo o en el ascensor a otro tipo de personas, de esas cuyos ojos irradian profundo entusiasmo. Y algunas veces, hasta tengo la suerte de asistir a una charla que una de esas personas imparte, para bañarnos con su luz y exclamar que es posible otra mirada, que la vida no es tenebrosa, áspera y complicada como nos hacen creer cada día los hombres y mujeres con sombrero, sino luminosa, suave y sencilla.

Mientras lees esto, quizás hay una voz en tu interior que critica con severidad mis palabras. Lo entiendo, llevas mucho tiempo arrastrándote por el lado oscuro de la realidad con tu sombrero gris, negro o marrón, juzgándolo todo, y maltratándote con pensamientos que son culebras... Lo entiendo. Es difícil cambiar de repente y sin embargo, no es necesario cambiarlo de golpe. Cuando empiezas algo nuevo- tocar el piano, bailar salsa o cocinar- no esperas aprender en un día. El optimismo tampoco se consigue súbitamente. Es un entrenamiento diario y se hace miguita a miguita. El ingrediente principal es la gratitud, agradecer por dentro, observar desde otro punto de vista a la persona, objeto o situación. Implica caminar un paso o dos para situarse en el lado donde el sol calienta y florecen las sonrisas. 

Y creerte de una vez que... ¡Puedes elegir! Puedes elegir llorar porque las rosas tienen espinas o celebrar que las espinas tienen rosas, puedes elegir apretar los puños indignado o abrir tu mano para acariciar. Puedes elegir el color.

Dedico esta entrada a Manolo Tallada y Ladislao Mollá, que hace tiempo eligieron quitarse el sombrero gris, entrar en las salas de reuniones vestidos de sonrisa y cantar en los ascensores.


 

Comentarios

  1. Mi mente separa el mundo en dos clases: los que viven instalados en la queja y los que entendemos la vida desde el agradecimiento. A los primeros, les parece que la vida está en permanente deuda con ellos. A los segundos, incluso las experiencias negativas, de sufrimiento, las vivimos desde el agradecimiento. Porque nos construyen como personas, porque siempre podría haber sido peor, por la gente que nos a ayudado o acompañado. Por lo que sea.

    Cuando vives desde el agradecimiento, siempre encuentras motivos para estar agradecido. Y el agradecimiento se irradia. En cambio... la queja es muy cansina, y acaba agotando a los que te rodean...

    ¡¡Feliz fin de semana!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Completamente de acuerdo. Las personas que se quejan continuamente son muy cansinas. Seguro que también se cansan de sí mismas. El agradecimiento, en cambio, es la varita mágica que pone luz a la vida y que te cambia a ti y a todos los de tu alrededor. Por eso, es importante practicarlo cada día. Entrenar nuestro cerebro.

      Eliminar

Publicar un comentario