Piensa en el objeto más invisible que haya en tu casa... A mí se me ocurre el tapón del bidé o aquel souvenir que acumula polvo en la estantería, o ese delantal que nunca me pongo por estar al fondo del cajón. Y ahora piensa en una persona que parezca a tus ojos casi invisible. Una persona invisible es aquella que no te suscita el más mínimo interés, que no tiene color, ni forma ni consistencia. Es tan insignificante en tu día que, si te preguntaran por ella, no sabrías decir siquiera de qué color era su blusa o peor, ni te diste cuenta de que estaba. Es aquélla con la que te cruzas y ni merece la pena que levantes la cabeza para lanzarle una sonrisa. O quizás sí sonrías, pero de manera automática, pues tu atención está en otros más llamativos, los que hablan alto y acaparan a todos con su magnetismo. Las personas invisibles son aquellas que se deslizan como sombras por tu vida.
El otro día me sentí invisible. Es una sensación.. ¿Cómo llamarla?... de profunda grisedumbre. Como si me fundiera con las paredes o me convirtiera en la mesa del salón. Sentirse invisible es bailar de cerca con una soledad desgarradora, con la idea de que da igual si estoy o no. Cuando me siento invisible, las personas que me rodean hablan de temas que no me interesan y utilizan palabras desconocidas para mí. La sensación de invisibilidad empieza con un sopor, que me invade como si estuviera en una sauna. Y me voy hundiendo en el sofá y en mi vida y aunque me grito a mí misma "¡sal de aquí ya!", no sé, de verdad que no sé cómo salir. Necesito una mano o una cuerda o algo que me lleve de nuevo a la superficie. Y a mi alrededor todos ríen y parecen interesadísimos en su tema, y la pared me engulle, con cuadros y todo. Entonces deseo con todas mis fuerzas tener a mano un traje que me haga invisible de verdad, para salir de ese salón, llegar a la calle, sonreír a los árboles y respirar al fin. Sentirme libre de ellos y de sus temas, sentirme libre de mí misma.
A veces me convierto en invisible. Y como me considero una persona normal a la que le pasan cosas normales, entiendo que es posible que tú también, a veces, te sientas invisible. Por eso te escribo a ti, para que sepas que no eres rara. No hablo de esto con cualquiera, pero hoy me he decidido a contártelo para lanzarte esa cuerda que necesitas cuando sientes que empiezas a fundirte con la columna del garaje y te conviertes en mota de polvo. Porque si a nosotras nos pasa, me imagino que le pasa a mucha más gente, tanta que podemos formar una panda, la de los invisibles. Nos podemos hacer una camiseta de grupo y crear un lema y hasta una canción. Así al menos, sentiríamos que pertenecemos a algo más grande que nosotros, también invisible, pero con una fuerza enorme, y podríamos sonreír cuando alguien nos dijera "Ah, ¿pero tú también estabas? no me di cuenta".
La invisibilidad es ese monstruo que nació en mi adolescencia y que sigue persiguiéndome. Quizás tenga que vivir conmigo siempre. Mas, si eso va a ser así, si no voy a ser capaz de convertirme en guerrera y matar al dragón, al menos me gustaría tener a mano un salero para esos momentos en los que noto que me desdibujo, para echarme encima la sal del sentido del humor y empezar a reírme por dentro (o por fuera. Ja. Así todos se fijarían en mí de repente). Reírme de estas jugarretas de mi mente, reírme de todos vosotros y de vuestros temas. Reírme de esta vida que me hace pequeña aunque no lo sea. Y conseguir sacarme yo misma del agujero. Yo misma pero no sola, pues ahora sé que pertenezco a la panda de los invisibles que tienen su lema y su canción y están unidos por lazos invisibles. Hoy mismo te buscaré para que te unas a mi grupo y así te rías cuando sientas que te has convertido de repente, en el tapón del bidé.
Si tus palabras significan lo que han resonado dentro de mí, te daría la enhorabuena. Sí, has escuchado bien, enhorabuena por tu invisibilidad, por tu soledad dentro del caos, del parloteo incansable, de los grupos de seres mimetizados y dormidos. Porque si te sientes así es porque tú has despertado. Has empezado a senrir tu singularidad, tu ser, aquella luz que te hace única y diferente y a la par te une con todo y con todos. Ya no encajas como antes en determinados grupos o actividades. Ya no te sientes atraida por determinadas conversación es...y tiendes a desaparecer. Pero eso es bueno, muy bueno. Dejar ir, soltar vínculos, personas, cosas para que lo nuevo y más acorde con tu yo del presente entre en tu vida. Enhorabuena invisible! Cada vez somos más
ResponderEliminarMe encantan y consuelan tus palabras. Hay tanto que soltar... Y es tan difícil hacerlo... Sí, percibo esa luz en algún sitio de mi ser, a veces, de repente. Y me maravilla encontrar personas como tú, gracias a este blog. Es mágico. Espero que sigamos navegando entre las letras, y consiguiendo que nuestras almas se encuentren. De Clementinacrol.
EliminarTotalmente de acuerdo, yo también me he sentido en bastantes ocasiones invisible. Con el tiempo, veo que realmente estoy encontrando mi sitio, no vale cualquier cosa o persona...soy más exquisita.
ResponderEliminarMe uno a ponerme una camiseta: ¡Viva la panda de invisibles!
Supongo que la edad nos hace exigentes y exquisitos porque vemos que al reloj le va quedando menos arena . Seguro que con nuestra camiseta nos sentimos más acompañados y nos damos cuenta de que no somos tan diferentes. Voy a ir pensando el lema de la panda. Un saludo de Clementinacrol
EliminarHoy he empezado a leer este libro, que lo vamos a leer en 2º de ESO: https://youtu.be/rMbIaSWil-4
ResponderEliminar¡Gracias, Clementina, por hacerte tan visible!
Qué casualidad!! Ya me contarás si te gusta el libro. Tiene muy buena pinta. Clementinacrol.
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