El amor propio empieza en ti.
Es esa semilla que no te pide agua porque aun no es planta. Simplemente está dentro de ti, esperando a que alguien venga y la riegue de una vez. Y esa decisión solo la vas a poder tomar tú. El momento lo pautarás tú. Y la vida te acompañará. Pero no solo eso, también depende de ti cuidar todos los días esa planta que poco a poco va a ir creciendo. Hasta que llegue el día en el que abarque todo tu cuerpo y seáis una. Y aun así deberás seguir cuidándola, o lo que es lo mismo, cuidándote. Porque entenderás que toda tu vida has estado vacía sin saber que lo que te faltaba era eso: tú misma.
Has buscado por todos lados, por todas las pieles y todos los lunares. Al final desistes y piensas que nadie es para ti. Y lo que no sabes es que nadie puede llegar a quererte si no te quieres tú primero.
Cuando entiendes esto, entiendes todo.
Luna Javierre. Libro "Si tú quieres, te bajas la luna".
Foto de Hatice Noğman: https://www.pexels.com
Amor propio.Tan sencillo y complicado a la vez. Es el primer y quizás el único paso, porque una vez lo consigues, los cristales se desempañan. Ese primer paso que tantas veces olvidas, perdida en tus vulnerabilidades y desamparos. Ese único dolor.
Cada cierto tiempo lo vuelvo a sentir. El no ser suficiente, adecuada, el ser casi nada o nada del todo. ¿Cómo es posible después de todo lo escrito? Parece que estuviera dando vueltas una y otra vez sobre lo mismo, sin conseguir nunca empezar a vivir de verdad. Cierto es que ahora ese torbellino suele ser fugaz. Ocurre cuando mi voz crítica crece y crece hasta ocupar todo mi cuerpo, como una sombra feroz. Y entonces me doy cuenta, sonrío y respirando hago que se desinfle, para que vuelva a su lugar, a un rincón apartado de mi cuarto. Tras tanto esfuerzo, me quedo sin energía, como un globo al acabar la fiesta. Y al día siguiente cojo la regadera para cuidar de esa planta que soy yo misma y sin la cual es completamente imposible que pueda dar ni una brizna de algo.
Así que el primer y único paso es conocerte, valorarte y cuidarte, como lo harías con un recién nacido. No hay más. Conocerte pues es difícil amar si no. Valorarte luego, como el talismán que eres. Y cuidarte, no solo el cuerpo, sino también los pensamientos, las emociones y el alma. Cuidar es lo mismo que acariciar con pétalos.
Creo que nuestra más importante misión en esta vida es aprender a Amar. Y que si te dejas a ti misma fuera de ese Amor, estás ofreciendo a los demás un cuenco vacío y reseco. Dicho de otra forma, solo amándote (apreciándote, valorándote, cuidándote) a ti misma, puedes llenar el cuenco de agua fresca y flores y volcarlo en los demás. Por eso, el amor propio es el primer paso. Cuando entiendes esto, lo entiendes todo.
P.d- Dedico esta entrada a mi bella Almu, que me abre la puerta a lindos textos, sonrisas y emociones.
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