Danzando al ritmo de tus tambores

Si quieres entender el control, piensa en un niño pequeño al que le dan a probar drogas. Conforme las drogas penetran en el cuerpo del niño, se hace adicto a ellas; todo su ser pide drogas (...) Pues bien, eso es exactamente lo que te hizo tu sociedad cuando naciste. Se te dio a probar una droga llamada aprobación, aprecio, atención. Habiendo probado estas drogas, nos hacemos adictos a ellas y tememos perderlas. Recuerda la falta de control que sentiste, el terror ante la perspectiva del fracaso o de tus propios errores, ante la posibilidad de ser criticado por otros. Te hiciste, pues, muy dependiente de otros y perdiste tu libertad. Ahora los demás tienen el poder de hacerte feliz o desgraciado. Anhelas las drogas, pero a pesar de que detestas el sufrimiento que conllevan, te sientes totalmente impotente. No hay ni un minuto en el que, consciente o inconscientemente, no estés sintonizado con las reacciones de los demás, marchando al ritmo de sus tambores.  Esta es una buena definición de la persona despierta: una persona que ya no escucha los tambores de la sociedad, una persona que danza al son de la música que lleva dentro.

Anthony De Mello. Despierta.

Foto de Alina Skazka: https://www.pexels.com

¡Qué fuerte este texto! ¿No te parece, querida niña? A mí, tras leerlo, me sale un suspiro, un "¡¡Pufff!!" con muchas exclamaciones. ¿Drogadicta yo? Sí. Claro. Me siento completamente identificada con todas y cada una de las palabras de De Mello. Me declaro adicta al café, a los libros y a la aprobación de los demás. Y lo último me hace sufrir muchísimo.  

¿Cómo desengancharse? ¿Cómo desaprender?- Me pregunto- ¿Cómo ser una persona que danza al son de su propia música? Entiendo que, para empezar, debo encontrar esa música ¿Cómo la encuentro? Se me ocurre que despegando del cuerpo todas las etiquetas que me han ido poniendo a lo largo de estos años, y que yo me he creído, y mirar de verdad el infinito de mis ojos; darme cuenta de que soy de agua, que no se amolda a ningún recipiente sino a todos y que puede, si quiere, expandirse como un océano. Solo así, escucharé mi música. 

Cuando hagas esto, querida niña, la sociedad, ofendida, se defenderá diciendo que es obligatorio gustar a demás, que somos seres sociales, que nuestro cerebro está así configurado, que las cadenas que te atan son imprescindibles para sobrevivir. La sociedad te dirá además, que para gustar a los otros debes ir hacia el triunfo y huir del fracaso, correr mejor que caminar, subir y nunca bajar, sonreír aunque tu alma se haga añicos, tapar tu ira con esparadrapo, aceptar las invitaciones y ponerte perfume. Te dirá tantas cosas que acabarás sin saber adónde ir, perdida en el laberinto de las opiniones de los otros. 

Y llegará un momento en el que, como yo ahora, necesites un respiro y desees volver a tu hogar, que eres tú. Y busques dentro. Y leas palabras que te despierten un suspiro. Y bailes de nuevo sintiendo tu alma. Llegará ese momento en el que necesites algo que no se encuentra en los otros, ni en los libros, ni en el café, ni en nada conocido. Y pedirás al cielo que te mande música, tu música y que te libere de los recipientes en los que estás aprisionada. Y, si insistes, un día, la escucharás. Será en ese momento cuando verás que las cadenas que atenazaban tu vida, se empiezan a disolver. Y en ese momento, podrás, por fin, danzar al son de tus propios tambores.

Comentarios

  1. Maravilloso despertar un sábado con el sol, los pájaros cantando y tus palabras. Ojalá todo el mundo despierte, ojalá se den cuenta que están metidos en un molde hecho a medida. A medida de la época en que nacieron, de la sociedad en la que viven, de la familia que los vio crecer, de las personas con las que se relacionan, a medida....Cómo enfrascar un océano en una botella? Cómo contener un ser de luz infinito en un molde? Feliz vida

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    1. A veces me vuelvo a dormir y me abandonan la energía y la esperanza. No siempre podemos sentirnos océano. No obstante, rodearme de personas como tú, anónimo, hace que esos momentos en penumbra duren muy poco. Maravillosas tus palabras que me traen luz siempre. Feliz vida a ti también.

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    2. Por cierto, la que responde es Clementina.

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