Buenos días tristeza

 No ignores la tristeza

Ábrele espacio para que respire.

La tristeza es un hueco en el amor.

Una fuga transitoria de energía.

Un camino hacia uno mismo.

La revisión profunda de algún espacio roto.

No ignores la tristeza

Pues toda emoción es necesaria y conveniente.

La tristeza te ayuda a detenerte temporalmente.

A alejarte de todo lo mundano.

Te deja en la puerta de un nuevo comienzo.

Reconócela.

No la confines a un espacio muerto.

No la encierres bajo llave.

No permitas que se entierre.

No la disfraces con mentiras lindas.

No ignores la tristeza.

Escucha su mudez, siente su calma.

Ella no pretende avergonzarte.

No todos los días son soleados.

Todo tiene un lado débil.

No ignores la tristeza.

Permítele que hable en su dialecto.

Que te conduzca hasta el final de la bajada.

Y cuando vuelva la otra fase de la Luna

el rayo de luz traspasará el prisma

y volverá a encenderse de colores tu alegría.

No ignores la tristeza.

Todas tus emociones son importantes y necesarias.

No siempre estarás en el lado fuerte.

Expresa lo que sientes.

Pronto volverás a estar alegre.

¡Celebra la Tristeza!

Osho

Obtenida de https://lailuminacion.com/



Foto de Stijn Dijkstra: https://www.pexels.com/

¿De verdad puedo estar triste? ¿Me lo puedo permitir sin sentirme culpable?

¿Sabéis? Hay algo peor que la tristeza. Es mucho peor sentirse triste y además culpable por estar triste. Dos ingredientes en el mismo tarro de cristal. Y es que desde pequeña me han transmitido este mensaje: "Tú no tienes ningún derecho a estar triste pues tu vida es fácil, sin problemas. Mira a los negritos de África. Ellos sí tienen derecho. Mira a los niños que están enfermos en el hospital. Ellos sí tienen derecho. Mira a los pobres que piden limosna, a los niños que pierden a sus padres, a los que nacen ciegos, a los que son paralíticos. Ellos sí tienen derecho. Tú no." Y por eso, desde pequeña, he escondido a esa amiga llamada tristeza entre las páginas de un diario y en los acordes de mi guitarra. Mis tristezas no podían ser expuestas porque los motivos eran tan irrisorios que me daba vergüenza. Además, tristeza y culpabilidad no viajaban solas. Las acompañaba en el mismo tren la sensación de ser una desagradecida y una simple, por sentirme incapaz de valorar todo lo que la vida me había dado. "¡Niña malcriada!" Me decía y dice mi crítico interno. Tres ingredientes en el mismo tarro de cristal. Tres viajeros sombríos en el mismo tren, que cortan mis brazos y piernas y me hacen sentir tullida.

Y ahora llega este poema de Osho que me dice que sí puedo hacer bajar en la próxima parada a dos de los viajeros y quedarme solo con mi amiga la tristeza, para que ella sola ocupe todo el vagón.

Ayer me volvió a visitar. El motivo fue una foto, una simple foto que disparó una voz interior muy conocida. Allí estaba de nuevo la tristeza. Y es que ella puede venir por grandes y por pequeños motivos. No hace falta que se derrumbe el mundo para que quiera venir a casa. Cuando los motivos son grandes, tengo el apoyo de los demás, que asienten al verme triste. Cuando los motivos son pequeños (como la foto de ayer), no tengo el apoyo de nadie y es cuando la culpabilidad quiere colarse por la rendija. Pero en el fondo dan igual los motivos. Ahí está la tristeza de nuevo, en mi umbral, esperando a que la atienda. Y cuando viene debo hacerle hueco. Aceptarla. Escuchar el mensaje que me trae. Si acepto que puedo sentir tristeza, aunque no viva en África, no esté enferma en el hospital, no pida limosna ni esté ciega o paralítica, entonces me liberaré de la carga y volveré a ser completa. 

¡¡Puedes sentir lo que quieras!! No pasa nada. Para eso estás en este mundo, para sentir toda la variedad de emociones, como si de un caleidoscopio se tratara. Sentirlas de verdad, a gusto, sin mensajes de la mente que te digan que no tienes derecho, que qué van a pensar los otros. Dale el vagón entero a la emoción que venga.

Estoy cansada de tanto parloteo de esa mente. Por eso, me rindo a la tristeza hoy, por el motivo que sea, y me acurruco en una nube porque sé, de verdad sé, que esa amiga no se quedará mucho tiempo, pues en el frasco de cristal caben muchas otras que están dispuestas a esperar su turno para que yo las mime.

Os dejo una canción preciosa que ilustra el texto de hoy: "Buenos días tristeza". ¿De quién? Por supuesto, de Perales.





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