Estos primeros días de enero me han visitado dos señoras: la Pereza y la Desidia. Son dos damas nada bienvenidas en casa. Por eso, en cuanto las he visto, me he puesto el abrigo verde oscuro y he intentando salir a la calle a escondidas. Pero la puerta ha chirriado y me han descubierto. Así que he tenido que atenderlas. Son aburridas y no quieren hacer nada interesante. Hablan lento, comen lento y nunca sonríen. Tampoco conocen la palabra "gracias".
Para que se vayan utilizo varias estrategias. La primera de ellas es ignorarlas. Si me pongo a leer, o a ordenar la ropa, o a charlar con alguien de la familia, quizás se aburran y desaparezcan. Pero no lo hacen. Siguen ahí impregnándolo todo con su presencia. Y los libros se tornan tediosos, el ordenar sin sentido y la charla cargante. Me tomo una infusión y no me sabe a nada. Intento trabajar y me inunda el sopor. Pero ellas, las señoras Pereza y Desidia siguen ahí, ocupando un hueco en mi salón.
La segunda estrategia es pensar sobre ellas. Me pregunto por ejemplo ¿Por qué tienen que aparecer ahora? ¿me faltará alguna vitamina? Voy a comer algo dulce a ver si así... ¿Se quedarán para siempre? Y entonces llama a la puerta otra amiga: la Culpa. ¡La que faltaba para que la fiesta sea una completa juerga! Pongo un poco de música y les propongo bailar. No quieren. Solo desean permanecer mustias ahí de pie, mientras la recién llegada no para de hablar: "No deberías sentirte así, con esta vida tan maravillosa que tienes. No te falta nada. Eres una desagradecida. Eres..." ¡Parece que ha comido lengua esta señora! ¡Y qué fea y desgarbada es!
Mi tercera estrategia es irme a la ducha, a ver si con el agua calentita se me pasa esta flojera. Pero cuando vuelvo al salón, ahí siguen las tres. ¡Y encima se han acabado todo el roscón! Ya no me queda para el desayuno. Ahora querrán que les deje una habitación para pasar la noche. ¡No las aguanto más! Intento escuchar una canción, pero la convierten en río seco. Y si me pongo a escuchar un podcast, me parece insulso. Y si me pongo a pensar en algún plan, me inunda la grisedumbre. Todo es gris con ellas. Así que intento una cuarta estrategia: escribir. Y esto es lo que sale:
Arrastrando mi pereza
como se arrastra una hoja
que quedó pegada a la suela del zapato,
como se arrastra un saco repleto
que pesa demasiado.
Así me muevo hoy
un día cualquiera de enero
en el que no huele a magdalena
ni a té recién hecho.
Como si las luces se hubieran apagado
una a una
y todo lo que un día me inundó
ahora me ha dejado seca, fría, oscura.
Pesa el agujero
y por eso necesito arrastrarlo.
El cielo de plomo me duele
y también las alas rotas.
¿Dónde estás, mi diamante?
¿Dónde mi sonrisa?
¿Por qué todo es esquina de hormigón?
Si la vida no ha cambiado ¿Dónde están los cascabeles?
Llevo varios días arrastrando mi desidia
sin saber qué mover pues las manos están quietas
y no hay camino de flores ni regadera
ni cuentos ilusionantes
ni cerezas.
Nada. Bruma.
Deseo una luz aunque sea diminuta
y que vuelva a lucir mi alma
como de fiesta.
Deseo un entusiasmo, un pastel,
una palabra, un verso, un velero,
o quizás un aroma a viento.
Algo que me reciba con los brazos abiertos.
Así que cerraré mis ojos y buscaré
allí donde se mueven los sueños y las hadas,
las mareas, las castañas.
Respiraré para atrapar la luz del alba
y llenarme de su magia, que sigue estando en mí
aunque escondida.
Hoy deseo de una vez
dejar de arrastrar mi vida.
Foto de Nazila Azimzada: https://www.pexels.com
Y después del poema una quinta estrategia: contároslo a vosotros, lectores, para sentir que no estoy sola y que no soy la única que se siente así de vez en cuando. Si también a vosotros os visitan alguna vez estas dos señoras, la Pereza y la Desidia, os agradecería que me lo contarais para que al menos, pueda despedir ya a la Culpa y no tener que preparar tres camas.
Precioso poema querida Clementina. Yo te diría ¿en qué momento la ilusión se quedó dormida? Porque fue entonces cuando pereza y desidia entraron. Dejaste que se apagara esa luz que brilla dentro, esa que te hace valorar cada momento como lo que es, único e irrepetible. Esa luz que es la esencia de tu alma y que también es única. Has venido a este mundo a mostrarla, a iluminar de una manera especial, sólo tú sabes. Y si dejas de hacerlo por el motivo que sea, pereza, desidia entran. Y te arrastran a la monotonía, a la rutina, te arrastran por la vida en modo robot. Y da igual que muchos te digan que a ellos también les pasa...eso no va a cambiar nada. Porque seguirás infeliz hasta que vuelvas a romper el cascarón, hadta que brille tu alma de nuevo. No encajes, ya hay muchos de esos. Tú no.
ResponderEliminarP.d. y cuando quieras tomamos un café, como dice mi hija, de los de sacudida del alma para espabilar. Un beso
Hola Anónimo: al final todo pasa. También la desidia y la pereza. En todo caso, yo creo que una de las formas de acabar con la rutina es conectar con la mente de principiante, aquella que te lleva a la sorpresa y curiosidad por cada cosa que ocurra en tu vida y, por supuesto, eso también te lleva a conectar con la gratitud. Lo importante es saber que la ilusión no se ha ido, solo se ha quedado dormida como tú dices, y que la luz sigue dentro de mí. Y con respecto a no encajar, me huele a autenticidad y es un aroma que me gusta. Gracias por tu ofrecimiento de café para sacudir el alma. Lo estoy deseando. Un beso.
EliminarHola Clementina, al igual que tu yo también he empezado con "las mismas ocupas". Cada día intento ocupar mi tiempo en cosas que en otro momento creía importantes, pero ahí "aparecen" nuevamente.
ResponderEliminarGracias por tu Blog. Lo echaba de menos. La cuarta estrategia te ha salido fenomenal. Es precioso.
Intentaré ponerla en práctica y sino resulta pues tendremos que inventarnos otra para echar a las "Ocupas", pero tarde o temprano lo conseguiremos.
Un abrazo
Alicia
Hola Alicia: Al final todo esto, es decir, tener "Ocupas" nos hace más creativas porque nos obliga a inventar formas de echarlas. Y si a esa creatividad le podemos poner un poco de humor, todavía será más efectivo. Quizás pienses que el humor es incompatible con la pereza y desidia, pero no siempre lo es. Yo me he dado cuenta estos días. El humor está ahí siempre y le da ligereza a la vida. Por eso me gusta la siguiente palabra que aprendí el otro día: Hamor, que significa Humor + Amor. Muchas gracias por tu comentario.
EliminarHola Clementina: son muy conocidas para mí estas señoras, y se pasa mal cuando se instalan en tu vida, pero lo positivo es que desparecen cuando te das cuenta que son un lastre del que te puedes liberar, busca ayuda, en la familia, en los amigos, en los profesionales de la salud mental.... yo lo hice y poco a poco veo una nueva ilusión en mi vida.
ResponderEliminarUn beso
Begoña
Hola Begoña: Es verdad que tener personas queridas cerca ayuda muchísimo a echar a las señoras y volver a encontrar la ilusión. Y, por supuesto, siempre nos quedan los profesionales de la salud mental a los que podemos acudir en caso de que a las "señoras" les guste demasiado nuestro hogar. Me alegro mucho de que estés viendo la luz poco a poco y espero que esa luz nunca deje de brillar. Un beso.
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