Si actúo creyendo que mi yo y su interacción con el mundo son totalmente reales, intentaré imponer mis designios al curso de los acontecimientos y procuraré que los demás se conviertan en los peones de mi juego en ese enorme tablero de ajedrez que la vida parece ser. Cada uno intenta que sean sus propios planes los que salgan triunfantes y, desde esa perspectiva, acaba considerando a sus semejantes bien como enemigos, bien como aliados de sus propias estrategias. De ahí surgen todos los lances de la vida, las luchas, los logros, las traiciones, la notoriedad, los desengaños.
Nos creemos ser los protagonistas de nuestras vidas mucho más allá de lo que en realidad somos. Y no nos avenimos a reconocer cuán poco de lo que acaba sucediendo es realmente determinado por eso que llamamos "mi voluntad". La situación en que vivimos se asemeja mucho más a la del actor a quien se le ha asignado un papel en una determinada función. El diálogo y las escenas ya están escritos y sólo nos corresponde a cada uno representarlas lo mejor que sepa. Nuestra relación con los demás personajes dependerá, pues, de cuán real consideremos que es todo aquello que acontece en el escenario.
Si nos identificamos excesivamente con el papel teatral que nos toca desempeñar, olvidando nuestra condición de figurantes, corremos el riesgo de acabar pensando que todo lo que acontece en escena está sucediendo de verdad. Cuando esto se produce, los seres humanos se toman tan en serio la trama de la acción que acaban llevando la expresión de sus sentimientos hasta sus últimas consecuencias. Así vemos cómo diariamente se mata, se traiciona, se extorsiona, se infligen enormes daños a los demás, simplemente para hacerse la ilusión de salir más favorecidos en este gran teatro de las apariencias que es la vida.
Resulta más adecuado y conveniente pensar que igual que yo estoy tratando de representar mi papel lo mejor posible, el otro o la otra que comparte el escenario conmigo, trata asimismo de salir airoso en su representación. Que igual que yo sufro en determinadas escenas, la otra o el otro también lo hacen. Y no perder de vista que, al fin y al cabo, ambos somos sólo compañeros de reparto y que al acabar el espectáculo bien podríamos irnos juntos a relajarnos y a tomarnos unas copas.
Fuente: Vicente Simón - Iniciación al Mindfulness
Foto de cottonbro studio: https://www.pexels.com
"¡¡¡No te tomes tan en serio!!!" Me gritan estos cinco párrafos desde el papel y no tengo más remedio que sonreír. Creo firmemente que vivimos dentro de una majestuosa obra de teatro, en la que, por supuesto, cada uno de nosotros nos creemos el protagonista. Lo normal es vernos como el héroe al que le ocurren, de vez en cuando, cosas terribles que le mandan los malvados que le rodean; así que el pobre protagonista, es decir tú, se siente pequeño algunas veces, todopoderoso otras, y completamente fusionado con la obra que representa.
Todo esto nos puede llevar al extremo de pensar que todo da igual. Si vivo en una sublime obra de teatro ¿para qué estudiar, trabajar, ser honesto, comer sano y hacer ejercicio? Si esto no es más que una obra de teatro ¿por qué no lanzar la mochila al aire y vivir bailando y comiendo tartas de chocolate todo el día? Sin embargo...
Yo no creo que nada importe. Todo lo contrario. La obra de teatro está creada para que todos nosotros aprendamos a Amar. Así de sencillo. Pero no podemos aprender esto si creemos que Yo estoy separado de Ti, y que Tú y Yo tenemos que competir porque solo uno de los dos conseguirá el tesoro que custodia el pavoroso dragón. No puedes seguir pensando que Yo soy inferior a ti, o superior, o algo tan distinto a ti que es imposible entenderme. En la realidad, la que transcurre cuando la obra de teatro cesa, no existen los malvados porque todos somos uno, como las gotas del océano. Sé que a muchos esto les puede sonar a chino. Mas a mí me ayuda inmensamente el darme cuenta de que Tú eres Yo, aunque Tú duermas de día y reces a otros dioses y te cases con muchas mujeres. Me ayuda pensar que eres mi compañero de reparto y que, cuando todo acabe, nos veremos en la calle y decidiremos dónde ir a cenar para reírnos un rato.
Por eso estoy intentando despegarme de mi pequeño yo, el que quiere hacerme creer que la obra es de verdad y que estoy rodeada de fieros leones que solo desean devorarme. Estoy intentando despegarme de sus mensajes de pequeñez y de inmediatez, para darme cuenta de que soy mucho más que el papel que represento en esta vida. Soy inmensamente más. Y este cuerpo no es más que un disfraz y la mente no es más que una máscara que me impide ver más allá del telón.
Pero allá, tras el telón y las butacas, hay una puerta abierta a la calle. Desde aquí solo podemos imaginar cómo puede ser esa calle pero, desde luego, no creo que se parezca a ninguna de las que conocemos.
Querido compañero de reparto, aunque todavía estemos metidos en este disfraz:
💕Si quieres algún día podemos hablar de todo ello, mientras tomamos un café de mentira en cualquier bar de mentira de esta ciudad de mentira.
💕Si quieres podemos imaginar juntos esa calle en la que no existen las máscaras, los disfraces, ni los telones.
💕Si quieres puedes empezar a sentir que no soy tu enemigo y que lo único que intento es representar mi papel lo mejor posible, igual que tú.
💕Si quieres, puedes empezar a creer que Yo soy Tú y Tú eres Yo, y que compartimos la esencia de una gota de mar.
Querida Clementina, qué fascinante tu tema de hoy. Me recuerda cuando entendí por qué lo contrario del amor es el miedo. Todos somos pequeñas chispas que saltaron de una gran fogata. Un amor infinito, eterno, inimaginable por la mente humana unía esa fogata. Cada chispa sola, limitada, separada de su hogar y dotada de un olvido de su origen, cayó en un lugar frío, sola, sin recuerdos y con diferentes dificultades para sobrevivir. Miedo es lo que se siente cuando olvidas que eres amor. Cuando olvidas que la chispa que crees tu competidor, tu enemigo, viene de la misma fogata y tiene más miedo que tú. Reconocerse, reconocernos y poner amor en cada paso nos lleva de nuevo al hogar.
ResponderEliminarGracias Clementina porque es tiempo de salir y gritar que todos somos uno.
Querida Sangani: esto que dices es tan importante que, si de verdad lo integráramos en nuestro cuerpo, mente y alma, nuestra vida daría un vuelco. ¿Te imaginas vivir con el convencimiento constante de que somos solo amor y que estamos conectados a los demás porque formamos parte de una gran fogata? ¿Te imaginas vivir sin miedo a la muerte? ¿Te imaginas que nuestro único propósito en la vida fuera amar (a los demás y a nosotros mismos) un poco más cada día? Me gustaría grabar a fuego (nunca mejor dicho) en mi corazón tus palabras, para esos momentos en los que me siento triste, poco interesante, poco valiosa... para darme cuenta de que lo que me dice mi pequeño yo no es real. Que lo único real es la Gran Fogata y todas sus chispas. Muchas gracias por gritar esta verdad, Saangani y por estar ahí para recordármela.
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