Llegó a encantarme el modo en que Morrie se iluminaba cuando yo entraba en la habitación. Lo hacía con muchas personas, ya lo sé, pero tenía el don especial de conseguir que cada visitante sintiera que aquella sonrisa fuera única.
Cuando Morrie estaba contigo, estaba contigo de verdad. Te miraba directamente a los ojos y te escuchaba como si fueses la única persona en el mundo. ¿Cuánto mejor se llevarían las personas si su primer encuentro de cada día fuera así, en vez del gruñido de una camarera, de un conductor de autobús o del jefe?
- Creo en estar completamente presente- dijo Morrie-. Esto significa que debes estar con la persona con la que estás. Ahora que estoy hablando contigo intento centrarme solo en lo que está pasando entre los dos. No pienso en algo que dijéramos la semana pasada. No pienso en lo que voy a hacer este viernes. Estoy hablando contigo. Estoy pensando en ti.
(...)
Una parte del problema, Mitch, es la prisa que tiene todo el mundo. Las personas no han encontrado el sentido en sus vidas; por eso corren constantemente buscándolo. Piensan en el próximo coche, en la próxima casa, en el próximo trabajo. Y después descubren que esas cosas también están vacías y siguen corriendo.
"Martes con mi viejo profesor". Mitch Albom.
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👲Habita en nuestro interior un personaje que teje en nosotros el deseo de alcanzar metas, de ir prosperando, de avanzar. Cuando despertamos cada día, ese personaje nos grita "¡Corre!¡Aprovecha tu tiempo!"
👦Habita también en nuestro interior un personaje cuyo máximo anhelo es conectar profundamente con el mundo que le rodea: con la naturaleza, con los animales y, sobre todo, con otras personas.
Ambos personajes tienen distintos intereses. El primero necesita que no pares, que siempre tengas algún plan en mente. El segundo necesita descansar en esa pradera que se ve desde el camino, para beber el agua fresca que nace de la fuente y envolverse en el aroma de las jaras. El primero necesita que vayas rápido para conseguir el próximo hito y, cuando ya lo has conseguido, siembra en ti el siguiente. El segundo se deleita ante una obra de arte o un exquisito rodaballo al horno.
El primer personaje es necesario pues, si no viviera en ti, no tendrías energía ni para llegar a la panadería del final de tu calle. Además, es embriagadora la sensación que te invade cuando consigues por fin esa meta que llevas tiempo persiguiendo. Es una sensación que engancha.
El segundo personaje también es necesario, ya que te permite degustar la vida tal y como es en este momento, sin quitar ni añadir nada. Y lo más importante en mi opinión es que, gracias a esa degustación de la vida, a veces consigues conectar con el alma de la persona que tienes enfrente, lo cual te lleva a un éxtasis irrepetible.
Y puesto que ambos personajes son necesarios, ¿no crees que deberíamos alimentarlos por igual? Sin embargo, no lo hacemos porque nos han hecho creer desde pequeños que el primero es el importante. Por eso corremos sin parar, incluso cuando hacemos un viaje de placer. Y estamos todo el día con el reloj en la mano y la mente puesta en la meta, olvidándonos de la fuente que hay en la pradera, lo que nos lleva al abrumador desequilibrio que nos lanza a un vacío para nosotros inexplicable. De esa forma, el segundo personaje se ha ido quedando flacucho con el paso de los años.
Así que hoy te propongo que le des un buen desayuno a tu segundo personaje, para que engorde un poco. Y una de las formas es hacer lo mismo que el viejo profesor: cuando hables con alguien céntrate tan solo en lo que está pasando entre los dos. No hay pasado ni futuro. Solo los dos. Si hiciéramos esto con todas las personas que se van cruzando con nosotros a lo largo del día ¿acaso nuestra vida no sería más luminosa? Quizás así se iría reduciendo el vacío que sientes y que ninguna meta externa puede llegar a colmar.
Me ha gustado mucho la reflexión de alimentar por igual a los dos personajes
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Me alegra mucho que te guste. Ahora lo importante es ponerlo en práctica.
EliminarComo siempre, me encantan tus reflexiones, Clementina
ResponderEliminarMuchas gracias lector!
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