🌷Érase una vez una colorida ciudad, con macetas de flores en los balcones🌸. Vista desde fuera podría parecer una ciudad cualquiera como las que todos conocemos, pero si te fijabas bien, presentaba una extraña peculiaridad: Todas las personas llevaban puesto un casco de moto durante el día entero. Iban con él por la calle, al tomar café en un bar, en las reuniones de trabajo y también en el zoo y en el gimnasio. Era un casco pesado que daba calor y además, hacía ruido, por lo que era muy difícil que las personas de esa ciudad se escucharan las unas a las otras. Así, cuando la vecina del quinto se encontraba con la del segundo e intercambiaban algunas palabras, ambas solo escuchaban el ruido que emitía su casco. En las comidas familiares ocurría lo mismo. Todos intentaban hablar más alto que el de al lado, pero daba igual, pues el ruido del casco distorsionaba las palabras que emitían los demás y la confusión era enorme. Parece una tortura ¿verdad? Lo era. A pesar de vivir en una ciudad bella, con jardines esponjosos, era muy difícil que alguien se diera cuenta de toda esa majestuosidad y se sintiera agradecido, debido a que el casco pesaba demasiado. Lo curioso es que la mayoría de ellos no era consciente de su existencia, ya que estaba hecho de un material casi invisible. En realidad, estaba fabricado con dos materiales: los juicios y las expectativas.
En el siglo pasado dos psicólogos llamados Robert Rosenthal y Lenore Jacobson hicieron un experimento en una escuela de Estados Unidos:
Al principio del curso escolar, todos los niños de la escuela tuvieron que completar un test de inteligencia. A los maestros se les dijo que los alumnos que obtuvieran buenos resultados en el test, avanzarían significativamente durante el curso. Eso no era cierto, pues el test solo medía algunas aptitudes no verbales. Una vez finalizado el test, los investigadores seleccionaron al azar a un 20% de los alumnos y les dijeron a los profesores que estos niños tenían un gran potencial de desarrollo intelectual. A los niños no se les dijo nada.
Ocho meses después, se evaluó el rendimiento de los estudiantes y se encontró que aquellos que habían sido etiquetados como "con gran potencial" mostraron un mayor progreso académico que el resto, a pesar de que la selección inicial había sido completamente aleatoria.
Rosenthal y Jacobson desarrollaron la teoría de que los profesores, a pesar de no haberse dado cuenta de ello, habían actuado de manera diferente con los alumnos que creían que tenían ventaja sobre el resto. De esta forma, sus expectativas habían influido sobre los resultados de sus estudiantes, incluso aunque no hubiese existido una intención de que esto ocurriese. A esto se le llamó desde entonces el Efecto Pigmalión (al final de esta entrada os cuento el mito de Pigmalion).
Todos nosotros cargamos con un casco repleto de expectativas. Es un casco mágico pues, además de ser casi invisible, su ruido no solo afecta al que lo porta sino también a las personas que le rodean. Es importante que te des cuenta de esto: tus pensamientos no se quedan en tu cabeza sino que crean realidades. En concreto, cambia el comportamiento de los demás. ¿Tan poderosos somos? Sí. Y eso conlleva una enorme responsabilidad. Una vez sabido esto, yo deseo dos cosas: hacer más ligero mi casco y que sus poderes sirvan para que haya más felicidad y paz a mi alrededor.
Para ello, es importante seguir los siguientes tres grandes pasos:
🙈Primero, date cuenta de que lo llevas puesto. El que no se da cuenta, no puede hacer nada pues vive en una cárcel invisible. Sí, sí, por si no te habías enterado todavía, la bella ciudad del cuento es la tuya y la mía, y nosotros somos esos habitantes que llevan encima un casco de moto vayan donde vayan.
🙉Segundo, escucha lo que te dice el ruido que el casco emite. Juicios, prejuicios, expectativas, mensajes infinitos y retorcidos.
🙊Tercero, de todos esos mensajes, elige los que sirven a tu objetivo (en mi caso, como os he dicho, viajar ligera y rodearme de felicidad y paz) . Lo que no sirve, lo metes una bolsa y ¡a la basura! ¿Qué elijo creer? Si lo que quieres es aligerar el casco, cree lo que aligera tu vida. La desconfianza, el temor y, por supuesto, el odio, son rocas gordas y difíciles de transportar. En cambio, la confianza, la compasión, la gratitud y, por supuesto, el amor, te hacen ligero, te convierten en riachuelo que te refresca cuando el calor aprieta.
Así que ¡atención a tus expectativas sobre los demás y sobre ti mismo! No son inocuas. Es seguro que más pronto que tarde estas expectativas conviertan tu escultura en una persona de carne y hueso👇.
EL MITO DE PIGMALIÓN
Pigmalión era un rey de la isla de Chipre y un famoso escultor. Según la leyenda, despreciaba a las mujeres por su comportamiento inmoral y decidió vivir solo. Se decía que era extremadamente talentoso, capaz de infundir a sus obras una belleza y realismo impresionantes. Pero a pesar de su éxito y reconocimiento, se sentía solo. Así, decidió esculpir una figura femenina de mármol que representara la perfección que buscaba.
Pigmalión trabajó incansablemente en su obra maestra, prestando atención a cada detalle, hasta que finalmente logró crear una estatua tan hermosa que incluso él mismo quedó asombrado. Se dice que la estatua era tan realista que parecía estar a punto de despertar. Enamorado de su creación, Pigmalión la llamó Galatea, que significa «la que es blanca como leche».
Día tras día, Pigmalión se encontraba cada vez más enamorado de Galatea. La vestía con las ropas más finas, le ofrecía regalos y le hablaba como si estuviera viva. Sin embargo, por mucho que deseaba que ella le correspondiera, sabía que era imposible, ya que no era más que una estatua.
Pero la historia no termina ahí. Durante una festividad en honor a Afrodita, la diosa del amor, Pigmalión hizo una oración: deseaba una esposa que fuera «la viva imagen» de su estatua de marfil. Afrodita, conmovida por su sincero deseo, decidió concederle su petición.
Cuando Pigmalión regresó a su hogar y besó a la estatua como solía hacer, notó que sus labios ya no estaban fríos. Entonces la estatua de marfil comenzó a ablandarse y a tomar calor, hasta que finalmente cobró vida. Galatea había dejado de ser piedra para convertirse en una mujer de carne y hueso.
Texto del mito extraído de https://mitologiaclasica.com/
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